9 ago 2012

Cazadores: Michelle. Parte 27: Vicky.


No estaba muy segura de cómo es que había soltado a su primo. Solo recordaba con claridad haber perdido el control y luego recobrar la calma, saciada con la sangre dulce del cazador. Al recobrar la conciencia, Loo y Milena estaban a su lado, y el muchacho estaba en el suelo hecho un ovillo. Sabía que estaba vivo: podía percibir sus pensamientos confusos y desordenados, el latido de su corazón acelerado por el miedo y su respiración agitada. Sentía el aroma de su transpiración y de sus lágrimas y podía percibir en él el terror a la muerte y a lo desconocido.
Al ver que la muchacha había vuelto en sí, Milena había empezado a dar instrucciones. Dos vampiros levantaron a Nicanor del suelo y se lo llevaron en silencio. Luego la chica volvió al interior sin dirigirle siquiera una mirada. Había sido solo un instante, pero Vicky había podido ver el miedo presente en sus ojos y sabía que la mayor parte de quienes habían presenciado la escena sentían lo mismo. No fue hasta que todos hubieron desaparecido que Louisa habló:
– ¿Estás bien? – le preguntó. Curiosamente, ni sus ojos ni su voz expresaban miedo.
– No lo sé – respondió Vicky, luego de meditarlo un momento –. Ni siquiera estoy muy segura de que fue lo que pasó. Fue como si… como si alguien más hubiera estado controlando mi cuerpo. Sentí que yo era un simple testigo, que veía lo que pasaba desde adentro, pero no tomaba ninguna decisión. Nunca en mi vida me había pasado algo así.
Loo sonrió.
– Yo sé lo que viste en su mente – le dijo, después –. En cuanto lo vi entrar supe que era para problemas. Pero nunca pensé que pudiera ser tan… Que pudiera tener tanto odio y tanto rencor adentro. Hay cazadores que nos tienen desconfianza, pero esto… esto es un odio visceral, enfermo. Y está tan descontrolado que no puede evitar proyectarlo como un misil. Cualquier mente capaz de percibir un pensamiento puede sentirlo. Y sin importar cuanto lo intentes, es casi imposible desviarlo.
– ¿Pero qué fue lo que me pasó? Yo… perdí el control.
Louisa asintió con un dejo de sonrisa en el rostro, una muestra de empatía.
– Lo que Zach y vos están pasando es muy parecido a lo que pasamos los hijos de la noche al transformarnos. El proceso lleva un tiempo, aunque no tanto. Y, por algún motivo, algunos de los síntomas parecen magnificarse en ustedes. Es necesario que aprendan a controlarlo, o sus instintos van a terminar controlándolos a ustedes y esto es solo una muestra de lo que podría llegar a pasar.
– ¿Zach? ¿A él le pasó esto también?
Vicky tuvo que hacer un gran esfuerzo para que pronunciar su nombre no le diera una puntada de dolor, pero necesitaba saber.
– No exactamente así – respondió la mujer con un dejo de una sonrisa –. Lo que él me contó no fue tan terrible. Pero vos deberías saberlo: estaban juntos cuando pasó.
Por un momento pensó que no podría contener las ganas de largarse a llorar. Lousia posó su mano sobre su hombro intentando confortarla.
– Va a ser mejor que vayas para tu casa. Tratá de descansar, de despejarte. Hacé lo que te enseñé. Cuando te sientas mejor, llamame.
Vicky asintió en silencio. Loo la miró fijamente un momento y luego se dirigió a la puerta, nuevamente al interior.
– Si en unos días no sé nada de vos, sabés que voy a pasar a buscarte – le dijo antes de entrar con total seriedad. Vicky volvió a asentir, aunque sabía que no la veía. Luego, lentamente, fue caminando hacia su casa. Una vez que entró en su habitación, descubrió que estaba demasiado inquieta como para dormir así que, haciendo uso de todo el autocontrol del que fue capaz, se dispuso a practicar los ejercicios de meditación que Louisa le había enseñado. No llevaba demasiado en ello cuando sintió que alguien llamaba a la puerta. Al bajar y abrirla, curiosa por saber quien era ya que no podía percibir nada en la mente del visitante, se encontró cara a cara con la persona que menos esperaba encontrarse, pero a la que más deseaba ver (después de Zach): Michelle.

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