13 sept 2012

Cazadores: Michelle. Parte 37: Seth.


La habitación estaba totalmente asegurada. Sus hombres de mayor confianza estaban apostados en lugares estratégicos. Quizás el lugar fuera predecible, pero no dejaba de ser el lugar más seguro de la casa (y una de las pocas habitaciones que James conocía poco y estaba siempre lista para ser usada). Ahora, solo, luego de haber hecho todo lo posible para hacer llegar a Tom y Vicky sus condolencias, no podía dejar de dar vueltas en su cabeza al sentido de todo aquello. Tal vez lo mejor fuera que saliera de aquel lugar, que buscara a su hermano y lo enfrentara. Había escapado al nuevo mundo escapando de la guerra. En todos sus años de vida, aquel absurdo enfrentamiento solo había servido para traer miseria a él y a todos aquellos que lo rodeaban. La guerra se había cobrado demasiados inocentes. ¿Cuántos más debían morir por ella? No le extrañaría que pronto incluso sus amigos estuvieran pidiendo su sangre y no los culparía por hecho. Ya les había traído demasiadas desdichas. Era hora de pagar.
No había terminado de darle vueltas a aquello cuando la puerta se abrió lentamente. No había sentido a nadie acercarse y ninguno de sus hombres hubiera entrado sin llamar. ¿Quién podía ser? Cauteloso, se escondió entre las sombras, listo para atacar. Entonces, frente a sus ojos apareció la última persona que esperaba encontrar: Michelle. Tenía los ojos rojos de llanto y la mirada triste. Relajándose, Seth se le acercó. La muchacha cerró la puerta a su espalda y esbozó lo más cercano que pudo a una sonrisa.
– ¿Alguna vez te dije cuán predecible sos? – le preguntó ella con un dejo de ironía que intentaba ocultar la tristeza de su voz.
Él asintió al tiempo que respondía:
– Creo que unas doscientas veces, sí. Pero dudo que James vaya a venir a buscarme a esta habitación.
– Puede ser – dudó ella, acercándosele un poco más.
– ¿Por qué estás acá? – le preguntó él después de un momento, yendo al grano.
Michelle dudó.  Sus ojos se llenaron de lágrimas.
– Cassandra está muerta – dijo con voz monótona. Seth lo sabía, había estado allí. Sabía que aquel no era el punto, así que esperó.
– Siendo humana, hubiera pasado tarde o temprano – dijo un rato después, distante –, pero no dejo de preguntarme: ¿Qué hubiera pasado si no hubiera sido humana?
– No podemos saberlo. Pero tampoco tiene sentido darle vueltas al asunto: ella había decidido ser humana.
Dos lágrimas rodaron por las mejillas de la muchacha. Su mirada estaba ida, como si no estuviera viéndolo.
– Cassandra estaba considerando la posibilidad – empezó a decirle, aparentemente perdida en un recuerdo –. Si lo hubiera hecho… tal vez…
– O tal vez no – dijo él, comprendiendo. Tal vez la mujer podría haberse salvado –. La bala era para mí, y estaba preparada para matarme. Tal vez el resultado hubiera sido el mismo.
– Puede ser – los ojos de Michelle se clavaron en él –. Pero Tom y Vicky no pueden saber esto. Los destruiría.
Seth asintió. No sería un secreto placentero, pero tal vez ella tuviera razón.
La expresión de Michelle cambió, como si saliera de un trance. El llanto se había apoderado de ella. Nunca en su vida la había visto llorar de ese modo.
– Todo esto me hizo pensar – comenzó a hablar ella nuevamente, su mirada fija en él – y me di cuenta de que no podría tolerarlo. Si hubieras sido vos, si supiera que no podría volver a verte… sería peor que la muerte.
Seth sintió que se quedaba sin aire. Tantos siglos esperándola. Aquel era el momento en el que menos la esperaba. Y entonces, quizás… Tal vez así debía ser, para darle una nueva razón para pelear, para no bajar los brazos.
Michelle dio un paso más hacia él. Ambos se encontraron a mitad de camino. Sus labios se unieron en un beso triste pero apasionado, que dejaba en claro que no había nada más que decir. Los sentimientos no habían cambiado a pesar de todo lo que les había pasado y nada ni nadie podría cambiarlos. Él siempre lo había sabido, desde la primera vez que la había visto. Ahora ya no tendría que esperar más.

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