Antes de continuar con la historia, una (no tan) pequeña nota de la autora:
Estimados lectores:
Como habrán notado ya, esta historia es un poco más compleja y rebuscada que la de Zach y Vicky. No sé si eso es algo bueno o malo, ya ustedes me lo dirán. Lo que sí noto es que en este formato, en entregas, se hace un poco más difícil de seguir que cuando uno la tiene en papel (o en un archivo) todo de corrido. Por lo tanto, quizás sean necesarias algunas aclaraciones para no obligarlos a volver atrás seiscientas veces.
Como dice la nota al costado de este blog, la historia de Michelle empieza dos años después de donde quedan Zach y Vicky, cuando Michelle regresa a la casa de los Collin. Inmediatamente, hay un cartelito que dice: "Cinco años antes...", el cual da inicio a un flashback, a como Michelle conoció a Vicky y su familia, y a la historia de este nuevo personaje. Este flashback terminó en la parte 19, es decir, en la entrega anterior a esta que están leyendo ahora.
Para que no tengan que volver a la primer entrega les recuerdo lo que había pasado: Michelle toca el timbre. Se vio movimiento en la ventana de Vicky y luego se abrió la puerta, en la que solo se veía oscuridad. Allí fue donde quedaron, y allí retomará la historia en este momento, solo para volver pronto al pasado, pero a uno más cercano: los últimos meses en la vida de los personajes que ya conocíamos, las consecuencias de lo que pasó antes. Ya sé que esto es complicado de seguir. ¡Por favor no me odien! Cuando empecé a publicar esta historia solo estaba escrita hasta la parte 19, todo lo demás eran escenas sueltas y notas en un documento en mi computadora. ¡Jamás imaginé que se iba a complicar tanto!
Lo que me lleva a un nuevo punto. Terminé de escribir la historia la semana pasada. Por razones personales no tengo tiempo de releerla y corregirla como es debido. Las opciones son: publicarla como está o esperar hasta fin de año. Todos sabemos que no estaría bien hacerlos esperar tanto, así que les pido disculpas con anticipación si hay cosas que no quedaron como corresponde.
Ahora sí, dejo de torturarlos. Espero que disfruten de esta historia tanto como yo. Y no duden en comentar de forma positiva o negativa. Todo ayuda, todo suma y todo es bienvenido. Estoy complicada con el tiempo, pero prometo responder cualquier pregunta que les surja si la formulan. Gracias por leer.
Luthien
P.D.: La historia pasa a publicarse dos veces por semana, lunes y jueves.
Cazadores: Michelle. Parte 20.
De vuelta al tiempo actual.
MICHELLE
– ¡Michelle! – exclamó la voz de
la muchacha desde las sombras, abalanzándose sobre ella y abrazándola con
fuerza. Por un momento lo único que hubo frente a sus ojos fue un manojo de
rizos negros.
– De todas las visitas
inesperadas, esta es la única que me da gusto – agregó la chica mientras se
separaba y le dejaba espacio para entrar – ¿Qué te trae por acá y a esta hora?
Michelle avanzó en silencio
intentando verla con claridad en las sombras. La chica caminó hasta la cocina y
prendió una luz, invitándola a sentarse. Había algo en ella que no era normal,
aunque no lograba precisar que.
– Vicky – le dijo después de un
momento a modo de reconocimiento. Debía haber algo en su mirada que le demostró
su malestar, porque la muchacha dejó de sonreír un momento.
– Si, ya sé – le dijo mientras se
recogía los rizos y dejaba a la vista el rostro de una muchacha de diecisiete
años –. No parezco de diecinueve. ¿Verdad? Ni parezco humana tampoco.
Michelle la observó nuevamente.
¡De eso se trataba! Por primera vez veía en el rostro de Vicky la cara de un
vampiro: esos inexplicables rasgos sobrenaturales que daban a entender que
aquello que uno tenía en frente no era humano y era… peligroso. Hermoso y
peligroso a la vez.
– ¿Qué fue lo que pasó? – le
preguntó sin poder quitarle los ojos de encima.
– Yo… fui parte de la primera
transformación doble de la historia y… estuve muerta tres días – respondió la
chica con el tono más casual que pudo encontrar y una sonrisa visiblemente
forzada.
Le fue imposible ocultar su
sorpresa, lo que le provocó a la muchacha un ataque de risa. Sin decir nada se
acercó al horno y puso agua a calentar. Acto seguido sacó dos tazas de la
alacena y empezó a pasearse por la cocina buscando todo lo necesario para
preparar dos tazas de café.
– ¿Y quién era la otra persona de
la… doble transformación? – preguntó nuevamente Michelle tras un esfuerzo por
volver a encontrar su voz.
El rostro de Vicky se
ensombreció.
– Zach era… un cazador. Salimos
durante un tiempo.
– ¿Un cazador? Parece que es un
mal de familia, eh – Vicky no pudo evitar sonreír ante aquel comentario.
Michelle le devolvió el gesto con algo de alivio. – ¿Y qué pasó que dejaron de
salir?
– Es… una historia larga –
respondió la morocha alcanzándole una taza y sentándose en una de las banquetas
del desayunador. Ambas quedaron cara a cara con las tazas humeantes entre las
manos.
– Bueno… A menos que tu papá
pueda atenderme ahora mismo, creo que tenemos toda la noche para que me cuentes
– le dijo ella esbozando una sonrisa. Sabía que Tom estaba durmiendo y lo
conocía lo suficiente como para saber que no iba a levantarse por ella a
aquella hora. Siempre había sido una persona muy particular, incluso para ser
vampiro.
Vicky asintió. Michelle tenía
razón.
Dos
meses antes…
VICKY
Linkin
Park - Ppr-kut
No se había percatado de las
voces hasta unas semanas antes. Habían empezado como murmullos casi
imperceptibles y de a poco se habían vuelto más y más claros. Un día, sin darse
cuenta, estaba respondiendo una pregunta que su madre no había formulado y
entonces lo supo: estaba escuchando lo que la gente pensaba. Por eso las calles
y las clases se sentían tan ruidosas. Al bullicio habitual estaba sumándole lo
que ella captaba y estaba solo en su cabeza (y en la de cada una de las
personas individuales que la rodeaban). No había tardado en volverse una
pesadilla que le producía una migraña casi constante y la ponía de pésimo humor
y si algo tenía muy claro era que los analgésicos eran inútiles en la sangre de
un vampiro. Lo había intentado de todos modos sin resultados. Tenía que
aprender a tolerarlo. Y a controlarlo. ¿Pero cómo?
Esta nueva capacidad había hecho
que miles de interrogantes empezaran a acosarla. Si aquello era parte de su
transformación… ¿Cabía la posibilidad de que, tarde o temprano, ella y Zach
terminaran convertidos en hijos de la noche, incapaces de exponerse a la luz
del sol? Y si esto sucedía: ¿Cuándo sería? ¿Cuánto tiempo tenía para disfrutar
del sol?
No tardó en darse cuenta de que
Zach estaba pasando por lo mismo. Pasados los primeros días, cuando la sed
volvió a atacarlo, el muchacho había empezado a mostrar hostilidad: su nueva
condición no le agradaba en lo más mínimo. No hacía más que recordarle que
toleraba aquello solo por ella, que hubiera sido incapaz de hacerlo solo.
Ahora, dos años más tarde, este nuevo síntoma había despertado su hostilidad
nuevamente. Zach estaba intratable. Incluso Liz y Dylan habían notado que algo
no andaba bien, aunque el muchacho había preferido no decir nada para no
incomodarlos. Vicky ya no se sentía a gusto en su casa desde que sus padres
sabían que podía escuchar lo que pensaban, si bien no con tanta claridad como
con personas comunes: la mente de un cazador se percibía algo confusa, la de un
vampiro era casi impenetrable. Probablemente con un esfuerzo que ninguno de los
dos estaba dispuesto a hacer. Pero ciertos pensamientos se proyectaban de todos
modos y a nadie le gustaba la invasión de la intimidad.
Justamente de eso le hablaba Liz
mientras salían de clase. Jamás lo habían planeado, pero ambas habían terminado
estudiando la misma carrera en la misma universidad, por lo que coincidían en
la mayoría de las materias. Esto había hecho que su amistad se volviera aún más
sólida. La otra parecía haber aceptado sin problema que ella y Zach estuvieran
de novios y jamás había mostrado ningún tipo de oposición. Las pocas veces que
Vicky había intentado sacar el tema, al principio, esta se había limitado a
argumentar que de no ser por ella, Zach estaría muerto y que por lo tanto ella
no tenía derecho a intervenir si él a había elegido. Con el tiempo quedó claro
que el solo hecho de que el muchacho siguiera con vida era más que suficiente
para ella. Había aprendido a verlo como él la veía a ella. En ocasiones se
preguntaba si esto era verdad. Ahora que podía comprobarlo no quería hacerlo.
Ojos que no ven, corazón que no siente, dicen. Hay ciertas cosas que es mejor
no saber.
Liz le llamó la atención. Se
había perdido nuevamente en sus pensamientos y el barullo. Tenía que encontrar
la forma de concentrarse en una cosa a la vez y no dejar que lo demás la
distrajera.
– Perdón, no sé donde tengo la
cabeza – le respondió. Liz le sonrió.
– ¿Dormiste anoche? Tenés unas
ojeras espantosas. Nunca había visto un vampiro tan ojeroso en mi vida.
Vicky le devolvió la sonrisa,
pero sabía que no se veía sincera.
– Vicky. ¿Qué pasa? Zach está
insoportable y vos vivís en las nubes. Parece que ninguno de los dos estuviera
durmiendo. ¿Pasó algo? ¿Discutieron? – la voz de Liz indicaba preocupación. Su
mente le decía que así era. De verdad quería hablar con ella, contarle lo que
pasaba. Pero Zach nunca se lo hubiera perdonado y corría el riesgo de que Liz
se distanciara también de ella. Poder leer su mente era invadir un espacio que
no le correspondía.
– No es nada – mintió finalmente
conteniendo un suspiro –. Estamos los dos con muchas cosas en la cabeza. Y hay
cosas a las que Zach no se termina de acostumbrar todavía.
– Pero ya pasaron dos años – replicó
su amiga con sorpresa –. Pensé que después de todo este tiempo…
– Convertirse en un vampiro no es
cosa simple. La sed es difícil de manejar. La dependencia de la sangre es algo
a lo que no todos se acostumbran. Y lleva tiempo; mucho tiempo. Dos años no es
nada para alguien que va a vivir eternamente – mientras decía esto, los ojos de
Vicky se iban ensombreciendo. Eternidad: no estaba segura de poder tolerarla;
no así, al menos.
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