VICKY
Por más de una semana no volvió a hablar ni a ver siquiera a ninguno de los chicos. Una vez que los miembros del concejo y del clan se pusieron en contacto su intervención dejó de ser necesaria, lo que le permitió mantenerse al margen. Y eso, de cierto modo, era un alivio. Cuando estaba lejos de ellos al menos podía intentar, a veces con éxito, no pensar en Zach. Pero el solo ver a alguno, aunque solo fuera a Liz, disparaba de inmediato todos los recuerdos y sensaciones de aquella noche; y las ganas de volver a besarlo empezaban a quemarle en el cuerpo junto con la culpa de traicionar a su amiga.
Casi por costumbre, se sentó en la computadora y revisó el “blog infernal,” como Liz lo había apodado. Mientras la página cargaba, casi esperó volver a encontrarse con el mismo anuncio de la última vez. Grande fue su sorpresa al descubrir lo contrario. Había una nueva fiesta anunciada. Para el siguiente fin de semana. ¡Eso les daba solamente cuatro días! Sin siquiera apagar la máquina se levantó de un salto y salió corriendo escaleras abajo.
La imagen que encontró en la cocina la dejó sin palabras un momento. Su madre estaba apoyada contra la mesada de la cocina, casi sentada sobre ella. El cabello le caía en una cascada sobre el hombro derecho, hacia donde tenía inclinada la cabeza. La expresión de su rostro, sin embargo, estaba tapada. Frente a ella estaba Tom, su padre, inclinándose sobre ella como si la estuviera besando en el cuello, justo donde quedaba expuesto. Vicky sabía que no era así. Había un aroma en el ambiente que solo alguien como ella podía percibir, solo un vampiro…
-“¿Es necesario que hagan eso en el medio de la cocina?” dijo después de un momento, tratando de sonar lo más calmada posible.
-“¡Ví!” exclamó su madre algo sobresaltada mientras se separaban. De forma automática se llevó la mano al cuello, y luego se acomodó el cabello para el otro lado. Ambos la miraron con un suave rubor en las mejillas.
Se hizo un silencio incómodo. Vicky observó a su madre maravillada por el cambio que se veía en ella. A veces, con el aspecto que tenía a diario, cansado y distante, olvidaba que solo tenía treinta y cinco años. Pero ahora… ¡incluso parecía más joven!
-“¿Qué pasa, Vicky?” preguntó su madre, notando el asombro en su rostro.
-“Yo…” dudó un momento, tratando de ordenar sus pensamientos. “Hay una nueva entrada en el blog. Para este fin de semana.”
La reacción de sus padres no se hizo esperar. Antes de que pudiera darse cuenta de lo que estaba pasando, ya se había puesto en marcha un plan. Vampiros y cazadores se movían con sigilo, por primera vez trabajando en equipo. El plan no era demasiado elaborado, pero aquella alianza seguro tomaría a los otros por sorpresa.
El gran día llegó. Vicky estaba nerviosa, aunque no estaba del todo segura de por que. Lo que se avecinaba era peligroso, y lo sabía muy bien. Las vidas de todos estaban en riesgo, incluso la suya. Pero en el fondo sabía que no era eso lo que más la abrumaba, sino el hecho de tener que ver a Zach una vez más. O tal vez el saber que un vez que todo hubiera acabado jamás lo volvería a ver.
A medida que iba anocheciendo, sus pies la iban llevando cada vez más cerca del lugar al que deseaba y temía ir: la casa de los chicos. Para cuando quiso darse cuenta, estaba frente a la ventana. Zach estaba solo, sentado frente a la mesa de la cocina, acomodando y afilando un conjunto de armas de todos los tamaños. Había algo en su actitud que no era normal, como si parte de él no estuviera allí.
Entonces alguien más entró en la habitación. Era Liz, aunque su expresión no se parecía a nada que hubiera visto antes en ella. Parecía triste, como si algo en ella estuviera muriendo. Sus ojos estaban rojos por las lágrimas.
-“¿Qué hacés?” le preguntó al chico solo para hablar de algo. Él ni siquiera la miró al contestar, y ella permaneció allí parada como si el cuerpo no le respondiera más y estuviera a punto de desplomarse.
-“Zach,” murmuró, casi sin aliento. Él no pareció darse por aludido.
-“¿Te das cuenta de que podría ser la última vez que habláramos? No sabemos si vamos a salir vivos de esto”, le dijo entonces, con la voz quebrada.
Por primera vez, algo parecido tocarlo. Soltó sus cosas y la miró un momento. Su actitud cambió totalmente.
-“Zach…” murmuró de nuevo.
Vicky se dio vuelta en silencio. Su mente estaba completamente en blanco. Había un vacío en su interior que estaba segura nada podría llenar.ZACH
-“Por suerte ya falta poco para que se termine, ¿no? Después de eso cada uno puede volver a su vida normal.”
Las palabras de Vicky seguían resonando en su mente. Normal. ¿Qué era normal después de todo lo que estaba pasando ahora? Por mucho que quisieran, ninguno iba a lograr volver a lo que antes había sido su vida. Esto iba a dejar una marca permanente en ellos.
Y en él, principalmente, había ciertas cosas para las que no había vuelta atrás. Nunca en toda su vida se había fijado en nada ni en nadie. Para él Liz y Dylan siempre habían sido sus primos, compañeros y amigos. Ahora, ya no estaba seguro de cómo tenía que mirarlos, especialmente a Liz. Y ese era otro punto en el que no había vuelta atrás: hasta la aparición de Vicky, en sus dieciocho años de vida jamás había pensado en fijarse siquiera en una chica. Estaba demasiado ocupado cazando vampiros. Ahora ni siquiera estaba seguro de cuanto tiempo podría seguir haciéndolo. Trabajar junto a un grupo de ellos incluso estaba cambiando la visión que tenía de ellos.
Zach se revolvió incómodo en su silla mientras intentaba concentrarse en lo que estaba haciendo. Siguió revisando sus armas con desgano, cuando alguien entró en la habitación y se paró frente a él. Permanecieron en silencio un momento, y luego la voz de Liz lo sacó de su ensoñación.
-“¿Qué hacés?”
-“Preparar todo,” contestó él sin mirarla.
-“Zach,” le murmuró ella casi en un susurro. Él no le respondió.
-“¿Te das cuenta de que podría ser la última vez que habláramos? No sabemos si vamos a salir vivos de esto.”
Zach la miró un momento, como con sorpresa. Nunca se había puesto a pensar demasiado en eso. La muerte no era uno de sus temas de conversación favorito, y siempre la mantenía alejada de su cabeza. Al menos todo lo que estaba relacionado con su propia muerte o la de cualquiera de las personas que lo rodeaban. Pero ahora Liz lo hacía volverse consciente de la posibilidad, y algo extraño lo invadió, como una especie de miedo. Sin decir una palabra, dejó sus cosas sobre la mesa, y apoyó una rodilla sobre una de las sillas, dejando caer el peso de su cuerpo sobre ella.
-“Zach…”
El levantó la vista, y sus miradas se encontraron. Ella tenía los ojos rojos como si hubiera estado llorando, y solo expresaba tristeza. Liz era tan diferente a lo que se esperaba de una cazadora. Era frágil, y muy sensible. Había algo en ella que incluso impulsaba a querer protegerla. Y, a él no le cabía ninguna duda, en muchas ocasiones se había visto expuesta a situaciones que la habían superado. Esta era una de ellas. No supo por que, pero no pudo reprimir el impulso de abrazarla, de estrecharla entre sus brazos con fuerza. Ella apoyó la cabeza sobre su hombro, y dejó escapar algunas lágrimas en silencio. No supo cuanto tiempo permanecieron de ese modo. Tal vez fueran horas, tal vez fuera solo cuestión de segundos. Pero al momento de separarse, fue como si le arrancaran un pedazo de su cuerpo. Y entonces no pudo evitar atraerla de nuevo hacia él. Y antes de que pudiera darse cuenta, estaban besándose.
2 comentarios:
Lo que digo siempre .
"las cosas dificil no son facil" , jejej dios santo pobre vicky!!! me sopreende cada dia mas.
graçias por ese mundo creativo que creas y que me desconecta de la realidad aunque sea por unos pocos minutos. solo espero que cuando acabe poste otra historia. Bss
Voy a intentar no dejar pasar mucho tiempo para empezar a subir una historia nueva. Al menos, algo viejo hasta que la continuación de esta vaya tomando forma y pueda empezar a subirla. Tengo que aclararme algunas ideas en la cabeza sobre como mostrar algunas cosas que van a pasar (o mejor dicho, que ya pasaron).
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