Zach se revolvió incómodo en su asiento. En cualquier momento iba a llegar el grupo de vampiros, del que solo sabía que William sería miembro, para reunirse con el concejo de cazadores. Todo se estaba dando más rápido de lo que esperaba: ni bien había llegado a la casa la noche anterior, su tía se había comunicado con la cabeza del grupo, y este había concertado la reunión para la noche siguiente. Ni siquiera le había dado tiempo a hablar con nadie sobre los detalles, solo se había comunicado con Vicky, y esta había asegurado que iba a encargarse de todo, y luego el día había pasado tan rápido que ni siquiera había podido hablar con ella para saber quienes asistirían. Solo habían arreglado que el grupo se encontraría con ellos en su casa, y que de ahí irían al punto de reunión.
El timbre lo hizo saltar de su silla. Ya habían llegado. Sarah, la madre de Dylan y Liz abrió la puerta mientras él se acercaba. Allí estaba, frente a ellos, William Collin, el tío de Vicky y líder del clan local: era un hombre de estatura media y cabello oscuro, casi negro. Sus ojos eran de un gris casi transparente, como los de su hija Milena, pero había en ellos algo que no se leía en la mirada de la chica, algo que era imposible de describir más que como una extraña profundidad, que solo se veía en los vampiros de mucha edad. Siglos, pensó Zach al verlo nuevamente, mientras un escalofrío le recorría la espalda. ¿Cuántos siglos tendría aquel vampiro que estaba ahora frente a él con una sonrisa incómoda? Lo saludó, intentando no demostrar la incomodidad que a él también lo embargaba, y observó a un lado y hacia atrás, para ver quienes lo acompañaban.
-“Hola,” lo saludó Vicky con una voz tan suave que casi fue un susurro, a la izquierda de su tío. Sus ojos gris oscuro brillaron solo un momento con una sonrisa que se desvaneció casi al instante. Al otro lado había otro hombre. Era tan alto como William, aunque de complexión más robusta. Su cabello también era negro, y le caía en pequeños tirabuzones sobre la frente, dándole un aspecto casi adolescente que sus ojos profundos desmentían al instante. Sus ojos se clavaron en él un momento, como analizándolo, y luego desvió la mirada hacia la chica. Un nombre apareció en la mente de Zach al verlo: Tom. Era el vampiro que había salido la noche anterior de la casa de la chica justo cuando ellos llegaban. Había algo en él que le resultaba extrañamente familiar, al mismo tiempo que aterrador. De lo único que no le cabía ninguna duda era de que él era tanto o más antiguo que William, y probablemente estuvieran emparentados. Mientras todas estas cosas se cruzaban por su mente, Sarah se había presentado, y los había invitado a pasar mientras ellos terminaban de prepararse para salir. Acto seguido, llamó a Liz y Dylan, y unos minutos más tarde todos salían nuevamente, para dirigirse al lugar señalado.
El lugar de reunión era una casa de aspecto completamente normal. Al entrar, daba la sensación de estar ingresando a un hogar común y corriente de una familia cualquiera. Pasando la primera habitación, había una escalera. Al subirla, sin embargo, las cosas cambiaban. La planta alta era un solo ambiente amplio y rectangular. Había una gran mesa en medio, y varios sillones y sillas dispuestos alrededor como un círculo. Las ventanas estaban cubiertas por cortinas largas hasta el suelo, de un color suave que, durante el día, dejaba pasar la luz del sol. En ese momento, de todos modos, la iluminación era intensa, proveniente de una serie de apliques en las paredes que despedían una suave luz blanca, en algunos casos algo amarillenta. Había entre veinte y treinta personas, algunas de aspecto joven, como Liz y Zach, no tanto como Dylan, algún año menor; pero en su mayoría eran adultos de entre veinticinco y cuarenta y cinco años. Solo unos pocos pasaban aquella edad.
Cuando entraron, todos estaban sentados, hablando en murmullos. La persona que les había abierto la puerta, una chica de menos de veinte años, permaneció junto a ellos a la entrada del recinto, indicándoles que aguardaran.
-“¿Qué pasa?” preguntó Zach, sorprendido.
-“Los mayores pueden pasar a tomar sus lugares, si quieren. Se está discutiendo un asunto importante,” respondió la chica, sin mirar a los vampiros ni un momento. “Los demás tienen que esperar.”
Sarah se adelantó, indicándoles a los demás que esperaran. Ninguno de los visitantes pareció inmutarse por lo que sucedía. Zach y Liz, sin embargo, estaban sorprendidos. ¿Un asunto importante? Nadie había dicho nada de un asunto tan importante para discutir. Se suponía que la reunión de aquella noche sería para poder hablar con los representantes del clan.
-“Hay más personas pidiendo que se les admita en el concejo,” explicó la chica entonces, advirtiendo la confusión de los chicos. “No va a demorar mucho, supongo.”
Y, tal cual ésta había previsto, a los pocos minutos el grupo fue admitido. Había varias caras que a Zach le resultaban familiares, pero había otras tantas que jamás había visto en su vida. Un rostro familiar llamó poderosamente su atención: había una mujer sentada junto a Sarah, de cabello oscuro casi negro y ojos tan negros como el azabache. Su rostro le resultaba tan extrañamente conocido que por un momento se sintió desorientado. Estaba seguro de que jamás la había visto allí, y sin embargo… Y entonces, al ver al grupo acercarse, la mujer sonrió; y la reconoció. No, nunca la había visto sonreír, pero aquella expresión le resultaba tan familiar… Era la sonrisa de Vicky. Y era a ella a quien le sonreía. Era, sin lugar a dudas, la madre de ésta. ¿Qué estaba haciendo allí?
Vicky devolvió la sonrisa, aunque la expresión se borró casi de inmediato de su rostro. Y Zach notó algo poco normal en ella: estaba nerviosa. Tan asombrado estaba ante este descubrimiento, que no se percató de que William había empezado a hablar, presentándose ante los rostros que lo observaban; algunos con severidad, otros con desconfianza. Con voz firme y constante, el hombre relató los hechos que venían aconteciendo en la ciudad, tal y como habían sido expuestos el día anterior en la reunión de su propio clan, y su intención de poder trabajar ambos grupos en conjunto para solucionar el problema. Un murmullo de voces se fue alzando entre los cazadores a medida que su discurso iba avanzando. Por último, este se volvió tan intenso, que el hombre interrumpió su explicación, observándolos con la paciencia propia de un profesor, esperando a que se percataran por si mismos de que nadie le estaba escuchando. Al reconocer la actitud, Zach no pudo menos que reprimir una risita. Era exactamente lo mismo que hacía en el colegio, cuando la situación se repetía en sus clases.
De a poco, el murmullo cesó, y todos los rostros se fijaron en el hombre de nuevo, el cual no dijo absolutamente nada.
-“¿Alguien quiere decir algo?” preguntó Javier, el miembro de mayor edad del concejo, quien jugaba el papel de líder, dirigiéndose a sus compañeros.
Se hizo un breve silencio. Todos se miraron unos a otros, como dudando. Por último, un hombre que se encontraba sentado a un par de lugares de donde Sarah y la mamá de Vicky estaban se levantó.
-“Creo que todos tenemos mas o menos la misma duda,” explicó el hombre, intentando ser lo más diplomático posible pero sin poder ocultar del todo su desagrado por los visitantes y su propuesta, “y es: ¿cómo sabemos realmente que podemos confiar en ellos y que no se trata más que de una trampa? ¿Cómo sabemos que no van a traicionarnos?”
William sonrió, como si aquello fuera algo que estaba seguro que pasaría. Sin decir una palabra, se giró hacia Tom y se observaron unos segundos sin decir nada. Este otro asintió, como si se le hubiera dicho algo, y avanzó, quedando por delante de los demás y frente a frente con los miembros del concejo.
-“Mi nombre es Tomas Collin,” explicó con voz calma y segura, en un tono serio y autoritario que sorprendió a todos. “Primer hijo de Frank y Elizabeth Collin, nací el 24 de febrero de 1768 en Escocia y soy, por derecho, líder del clan Collin, al cual representamos. Dada mi ausencia durante los últimos dos años mi hermano aquí presente, William, ha estado a cargo de la dirección del mismo, y creí que sería prudente, dado mi reciente regreso, que él fuera quien manejara este asunto. Pero ahora nos piden una razón para confiar en nosotros; una prueba de que nuestras intenciones son las que aseguramos, y yo soy el que debe dársela; o, mejor dicho, mostrársela.” Al decir esto, el hombre se giró hacia donde Vicky seguía parada, la vista fija en el suelo.
-“Ella,” dijo el hombre, haciéndole un gesto para que se acercara, cosa que ella hizo de inmediato, quedando por primera vez a la vista de todos los presentes, “es mi hija, Victoria Collin. Y su madre, mi esposa,” continuó él, girándose hacia la mujer de cabello oscuro que estaba junto a Sarah y señalándola, “es una de ustedes: Casandra Farrel.”
Al oír su nombre, la mujer se levantó lentamente de su asiento, y caminó lentamente hacia donde su esposo y su hija estaban, mirando uno a uno a los miembros del concejo sin bajar la vista ni un momento.
El murmullo volvió a alzarse entre los presentes. Zach, Liz y Dylan los miraban, mudos de asombro ante la revelación que acababan de presenciar.
2 comentarios:
Uma lastima que estes acabando pero bueno todo tiene un fin
despues postaras mas??
ah una pregunta ahi esta que Tom es el padre de ella no?
la parte 11 en el final cuando vicky llega con zach y la puerta se abre aparece un tal tom amigo de la familia ese es el mismo? el padre de ella? o me lie
sisisi, así es. es el mismo Tom, no te hiciste ningún lío.
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