31 oct 2011

Cazadores: Zach y Vicky. Parte 16.


VICKY


Vicky y Milena entraron en el galpón abandonado con paso firme. A pocos metros de la puerta la música podía sentirse con toda claridad. Y el sonido indicaba algo oscuro, lúgubre. La canción les pintó a ambas una sonrisa en los labios. Una vez adentro, se acomodaron a un costado junto a otro grupo de vampiros de su clan. Un rato más tarde vio entrar a Zach, acompañado de Liz y Dylan. Sus ojos se posaron en el muchacho hasta que lo perdió de vista con una punzada de dolor. Luego volvió a la realidad. A medida que iba pasando el tiempo, su mente iba cediendo, volviéndose puro instinto. Aquel lugar estaba abarrotado de vampiros parias.
La música variaba, pero ya casi no la escuchaba. Se había perdido entre los murmullos de la gente. Y de pronto un grito la sacó de su trance. Sus ojos se encontraron con los de su prima un momento, y todo el grupo se puso en movimiento a toda velocidad.
Podía ver como los rostros se giraban a observarlos, muchos sorprendidos por la rapidez de sus movimientos. Otros, percibiendo que había algo que no estaba bien.
Por fin, el grito se oyó por sus verdaderos oídos. Había una chica de no más de quince años rodeada de tres vampiros que la habían acorralado contra una pared en un lugar apartado. El aroma de la sangre invadía la zona. No necesitaba mirar a sus compañeros para saber que aquello los había desconcertado. Todo dependía de ella ahora.
Se abalanzó sobre el que estaba más cerca de ella: un vampiro rubio de aspecto feroz, y lo arrojó a un costado. No tenía su fuerza, pero sí tenía a su favor el factor sorpresa.
Automáticamente, los tres rostros se giraron hacia ella. Los filosos colmillos brillaban en la luz mortecina, y los ojos parecían llamas. Vicky sintió como sus compañeros cambiaban de postura, olvidando completamente la sensación anterior. El vampiro rubio se abalanzó sobre ella con furia, derribándola. A una velocidad casi imperceptible, una sombra se posó sobre ellos, separándolos con fuerza y arrojándolo contra la pared: Milena. Las primas se miraron con una sonrisa. Los ojos de ambas brillaban como bolas de fuego. A su alrededor, todo se iba volviendo un caos.
 -“¡Loo, es hora de dar la señal!” gritó Milena a una de sus compañeras.
La aludida, una muchacha de, en apariencia, no más de quince años, asintió y se acurrucó a un costado, lejos de lo que de a poco se volvía una batalla campal. Un momento más tarde, la señal había sido enviada. Un hijo de la noche podía tener la habilidad de la telepatía. Tal era el caso de Louisa, también conocida como Loo.
Aquellos que esperaban afuera fueron entrando en bandadas, ayudando a salir a todos aquellos ajenos al conflicto; a todas las potenciales víctimas.
Mientras el vampiro rubio se abalanzaba nuevamente sobre ella cegado de ira, Vicky sonrió, llevándose las manos a la cabeza y dejando que el cabello le cayera por la espalda.

LIZ


Después de que Vicky y su grupo cruzaron el lugar a toda velocidad, todo se volvió un caos. Los paria, sorprendidos, se pusieron a la defensiva de inmediato.
Automáticamente, los tres chicos se pusieron en guardia. No traían grandes armas para defenderse, así que tenían que esperar a que los que estaban afuera pudieran entrar, y a diferencia de los vampiros, estaban en desventaja frente a sus oponentes. Sabían perfectamente lo que tenían que hacer: asegurarse de que todos los que no tenían nada que ver con el conflicto salieran a salvo… y sobrevivir.
Una sombra de cabello rojizo se abalanzó sobre Liz antes de que ninguno pudiera reaccionar y detenerla. De pronto, estaba acorralada. La vampiresa la miraba con ojos furiosos, dispuesta a saltarle encima en cualquier momento. Zach y Dylan la miraron a unos metros, incapaces de hacer nada, enfrascados en sus propias peleas. La muchacha volvió a saltar sobre ella. Logró esquivarla por poco, pero seguía en problemas. Entonces, cuando la chica iba a atacarla de nuevo, algo brillante cruzó por su rostro, y la cabellera rojiza se desparramó sobre el suelo junto a un charco de sangre. Tom Collin le sonrió, alcanzándole la espada que acababa de usar para salvarle la vida.
 -“Gracias,” susurró ella, casi tímida.
Él asintió en silencio, mirando a su alrededor.
 -“Va a ser mejor que no te separes mucho de mí,” le dijo el hombre con tono serio. “Algo me dice que vas a volver a necesitar ayuda.”
Liz lo observó, intentando encontrar algún rastro de burla o ironía en su rostro, pero no fue así. El hombre era totalmente sincero. Con algo de alivio, tomó con firmeza su nueva arma y se encaminó a lo que sabía sería una sangrienta batalla.

24 oct 2011

Cazadores: Zach y Vicky. Parte 15: Zach


Ya estaba todo organizado. Vicky se había encargado de conseguir varias invitaciones a la fiesta por medio de Victor, aquel vampiro con el que había hablado en la fiesta a la que había ido con Zach. Había algunos grupos de cazadores y vampiros que entrarían lo más disimuladamente posible y otros esperarían desde afuera a que les dieran la señal para entrar.
William había tenido una reunión con Andrew Yager, el líder del clan vecino. Las noticias sobre lo que estaba sucediendo en su territorio y la posible implicación de su hijo en los hechos no le habían caído muy bien, pero les había dado luz verde para actuar siempre y cuando no se hiciera daño a los miembros de su clan que no estuvieran implicados y con la condición de que, de demostrarse que Leo realmente estaba relacionado con esto se le permitiría, como era debido, juzgarlo y castigarlo por los hechos personalmente.

Zach estaba listo. Aún no sabía bien quienes serían sus compañeros, pero eso no importaba siempre y cuando Dylan estuviera junto a él en el momento de pelear. Sabía que juntos eran invencibles.
Liz se acercó a él con aspecto tenso. Su hermano la seguía unos metros más atrás, su rostro en blanco. Ambos se acomodaron junto a él a esperar. Había personas que iban y venían, sus rostros igualmente tensos y concentrados.
Dos figuras caminaron hacia ellos. Uno era un hombre. Llevaba unas zapatillas de marca y unos pantalones negros. A su lado había una chica con unos tacos altos y unos jeans claros ajustados al cuerpo. Zach levantó la vista del suelo. Sobre los jeans había una remera amplia color azul noche y una musculosa blanca debajo, asomando por el escote. Y luego los ojos grises de Vicky, mirándolo a él y a sus compañeros.
Al verla, fue como si lo golpearan. Una sensación de vacío invadió su estómago. Vicky. Sus ojos se detuvieron en él un instante casi imperceptible, y luego volvieron a posarse en la nada. Al mirarla no veía una persona, comprendió. Estaba vacía, no era más que un cascarón. Lo que fuera que le había pasado o que le estaba pasando la estaba consumiendo. Esa chica que tanto le fascinaba no estaba allí.
Y de pronto lo comprendió. Comprendió que necesitaba que aquella Vicky regresara, porque eso era lo que él quería. No una chica frágil a la que hubiera que proteger; sino alguien con quien enfrentar codo a codo lo que fuera que le pusiera la vida. Eso era, después de todo, lo que lo había fascinado de ella desde un principio: el hecho de que, a pesar de haber estado a tan solo un paso de la muerte, una vez que todo había pasado se había mantenido calma, como si nada hubiera sucedido. E incluso en los momentos de peligro se mantenía serena, dispuesta a enfrentarse a lo que fuera.
Si, estaba claro. Podía sentirse atraído por Liz, por su femineidad y su delicadeza. En verdad quería mucho a la chica y hubiera dado la vida por ella. Pero sabía que junto a ella siempre estaría incompleto. Era Vicky lo que él necesitaba: alguien fuerte, que no le temiera a nada y que estuviera dispuesto a acompañarlo en sus andanzas; que si iba a detenerlo, a querer hacerlo entrar en razón no fuera por miedo.
La voz de Tom lo devolvió a la realidad. Él era quien estaba junto a la chica, y estaba diciéndoles algo, aunque Zach no tenía la menor idea de que.
Dylan lo observó un momento.
 -“No escuchaste nada de lo que dijo, ¿verdad?” le preguntó con total seguridad mientras padre e hija se alejaban. Él negó con la cabeza.
 -“Me pregunto en que planeta estás últimamente…” Al decir esto miró de reojo a la chica que se alejaba, dando a entender que también conocía la respuesta a esa pregunta, en realidad.
 -“Bueno,” dijo Dylan de modo tal que su hermana no pudiera escucharlo. “Tu futuro suegro vino a agradecernos por haber salvado a su hija, ya que nunca había tenido oportunidad; y dijo que iba a ser un honor para él pelear con nosotros… creo que especialmente con vos.”
Zach se sonrojó, lo que provocó la risa de su amigo.
 -“Vicky y yo no tenemos nada,” dijo solamente.
 -“No, claro. De eso me doy cuenta,” respondió el otro con tono irónico. “Por eso se viven evitando y nunca se miran a la cara pero viven mirándose a escondidas.” Zach se quedó en silencio.
 -“Zach, mi hermana no es estúpida. Si los dos quieren estar juntos ella lo va a entender. No va a tardar mucho en darse cuenta sola, además. No tiene sentido que los dos estén dando todas estas vueltas por no lastimar a Liz. Y creeme, la vas a lastimar más si te metés con ella sin sentirlo. Los conozco a los dos y ella no es tu tipo.
Zach asintió.
 -“Eso ya lo sé,” le dijo. “Pero este no es el momento.”
 -“Podría ser la última oportunidad que tengas…”
 -“No es el momento; y es mi última palabra al respecto.” El tono en que lo dijo fue cortante. Su amigo no volvió a insistir. Sabía que no tenía sentido.

17 oct 2011

Cazadores: Zach y Vicky. Parte 14.


VICKY

Por más de una semana no volvió a hablar ni a ver siquiera a ninguno de los chicos. Una vez que los miembros del concejo y del clan se pusieron en contacto su intervención dejó de ser necesaria, lo que le permitió mantenerse al margen. Y eso, de cierto modo, era un alivio. Cuando estaba lejos de ellos al menos podía intentar, a veces con éxito, no pensar en Zach. Pero el solo ver a alguno, aunque solo fuera a Liz, disparaba de inmediato todos los recuerdos y sensaciones de aquella noche; y las ganas de volver a besarlo empezaban a quemarle en el cuerpo junto con la culpa de traicionar a su amiga.
Casi por costumbre, se sentó en la computadora y revisó el “blog infernal,” como Liz lo había apodado. Mientras la página cargaba, casi esperó volver a encontrarse con el mismo anuncio de la última vez. Grande fue su sorpresa al descubrir lo contrario. Había una nueva fiesta anunciada. Para el siguiente fin de semana. ¡Eso les daba solamente cuatro días! Sin siquiera apagar la máquina se levantó de un salto y salió corriendo escaleras abajo.
La imagen que encontró en la cocina la dejó sin palabras un momento. Su madre estaba apoyada contra la mesada de la cocina, casi sentada sobre ella. El cabello le caía en una cascada sobre el hombro derecho, hacia donde tenía inclinada la cabeza. La expresión de su rostro, sin embargo, estaba tapada. Frente a ella estaba Tom, su padre, inclinándose sobre ella como si la estuviera besando en el cuello, justo donde quedaba expuesto. Vicky sabía que no era así. Había un aroma en el ambiente que solo alguien como ella podía percibir, solo un vampiro…
 -“¿Es necesario que hagan eso en el medio de la cocina?” dijo después de un momento, tratando de sonar lo más calmada posible.
 -“¡Ví!” exclamó su madre algo sobresaltada mientras se separaban. De forma automática se llevó la mano al cuello, y luego se acomodó el cabello para el otro lado. Ambos la miraron con un suave rubor en las mejillas.
Se hizo un silencio incómodo. Vicky observó a su madre maravillada por el cambio que se veía en ella. A veces, con el aspecto que tenía a diario, cansado y distante, olvidaba que solo tenía treinta y cinco años. Pero ahora… ¡incluso parecía más joven!
 -“¿Qué pasa, Vicky?” preguntó su madre, notando el asombro en su rostro.
 -“Yo…” dudó un momento, tratando de ordenar sus pensamientos. “Hay una nueva entrada en el blog. Para este fin de semana.”
La reacción de sus padres no se hizo esperar. Antes de que pudiera darse cuenta de lo que estaba pasando, ya se había puesto en marcha un plan. Vampiros y cazadores se movían con sigilo, por primera vez trabajando en equipo. El plan no era demasiado elaborado, pero aquella alianza seguro tomaría a los otros por sorpresa.



El gran día llegó. Vicky estaba nerviosa, aunque no estaba del todo segura de por que. Lo que se avecinaba era peligroso, y lo sabía muy bien. Las vidas de todos estaban en riesgo, incluso la suya. Pero en el fondo sabía que no era eso lo que más la abrumaba, sino el hecho de tener que ver a Zach una vez más. O tal vez el saber que un vez que todo hubiera acabado jamás lo volvería a ver.
A medida que iba anocheciendo, sus pies la iban llevando cada vez más cerca del lugar al que deseaba y temía ir: la casa de los chicos. Para cuando quiso darse cuenta, estaba frente a la ventana. Zach estaba solo, sentado frente a la mesa de la cocina, acomodando y afilando un conjunto de armas de todos los tamaños. Había algo en su actitud que no era normal, como si parte de él no estuviera allí.
Entonces alguien más entró en la habitación. Era Liz, aunque su expresión no se parecía a nada que hubiera visto antes en ella. Parecía triste, como si algo en ella estuviera muriendo. Sus ojos estaban rojos por las lágrimas.
 -“¿Qué hacés?” le preguntó al chico solo para hablar de algo. Él ni siquiera la miró al contestar, y ella permaneció allí parada como si el cuerpo no le respondiera más y estuviera a punto de desplomarse.
 -“Zach,” murmuró, casi sin aliento. Él no pareció darse por aludido.
 -“¿Te das cuenta de que podría ser la última vez que habláramos? No sabemos si vamos a salir vivos de esto”, le dijo entonces, con la voz quebrada.
Por primera vez, algo parecido tocarlo. Soltó sus cosas y la miró un momento. Su actitud cambió totalmente.
 -“Zach…” murmuró de nuevo.
Vicky se dio vuelta en silencio. Su mente estaba completamente en blanco. Había un vacío en su interior que estaba segura nada podría llenar.


ZACH

 -“Por suerte ya falta poco para que se termine, ¿no? Después de eso cada uno puede volver a su vida normal.”
Las palabras de Vicky seguían resonando en su mente. Normal. ¿Qué era normal después de todo lo que estaba pasando ahora? Por mucho que quisieran, ninguno iba a lograr volver a lo que antes había sido su vida. Esto iba a dejar una marca permanente en ellos.
Y en él, principalmente, había ciertas cosas para las que no había vuelta atrás. Nunca en toda su vida se había fijado en nada ni en nadie. Para él Liz y Dylan siempre habían sido sus primos, compañeros y amigos. Ahora, ya no estaba seguro de cómo tenía que mirarlos, especialmente a Liz. Y ese era otro punto en el que no había vuelta atrás: hasta la aparición de Vicky, en sus dieciocho años de vida jamás había pensado en fijarse siquiera en una chica. Estaba demasiado ocupado cazando vampiros. Ahora ni siquiera estaba seguro de cuanto tiempo podría seguir haciéndolo. Trabajar junto a un grupo de ellos incluso estaba cambiando la visión que tenía de ellos.
Zach se revolvió incómodo en su silla mientras intentaba concentrarse en lo que estaba haciendo. Siguió revisando sus armas con desgano, cuando alguien entró en la habitación y se paró frente a él. Permanecieron en silencio un momento, y luego la voz de Liz lo sacó de su ensoñación.
 -“¿Qué hacés?”
 -“Preparar todo,” contestó él sin mirarla.
 -“Zach,” le murmuró ella casi en un susurro. Él no le respondió.
 -“¿Te das cuenta de que podría ser la última vez que habláramos? No sabemos si vamos a salir vivos de esto.”
Zach la miró un momento, como con sorpresa. Nunca se había puesto a pensar demasiado en eso. La muerte no era uno de sus temas de conversación favorito, y siempre la mantenía alejada de su cabeza. Al menos todo lo que estaba relacionado con su propia muerte o la de cualquiera de las personas que lo rodeaban. Pero ahora Liz lo hacía volverse consciente de la posibilidad, y algo extraño lo invadió, como una especie de miedo. Sin decir una palabra, dejó sus cosas sobre la mesa, y apoyó una rodilla sobre una de las sillas, dejando caer el peso de su cuerpo sobre ella.
 -“Zach…”
El levantó la vista, y sus miradas se encontraron. Ella tenía los ojos rojos como si hubiera estado llorando, y solo expresaba tristeza. Liz era tan diferente a lo que se esperaba de una cazadora. Era frágil, y muy sensible. Había algo en ella que incluso impulsaba a querer protegerla. Y, a él no le cabía ninguna duda, en muchas ocasiones se había visto expuesta a situaciones que la habían superado. Esta era una de ellas. No supo por que, pero no pudo reprimir el impulso de abrazarla, de estrecharla entre sus brazos con fuerza. Ella apoyó la cabeza sobre su hombro, y dejó escapar algunas lágrimas en silencio. No supo cuanto tiempo permanecieron de ese modo. Tal vez fueran horas, tal vez fuera solo cuestión de segundos. Pero al momento de separarse, fue como si le arrancaran un pedazo de su cuerpo. Y entonces no pudo evitar atraerla de nuevo hacia él. Y antes de que pudiera darse cuenta, estaban besándose.

10 oct 2011

Cazadores: Zach y Vicky. Parte 13


ZACH

 -“¡Muy bien!  ¿Y cuándo pensabas contarnos que tu mamá era una de nosotros?” preguntó Liz, con una algo fingida indignación, al día siguiente, mientras los cuatro chicos estaban reunidos en el living de su casa.
Zach seguía tan sorprendido ante aquella revelación que no sabía como dirigirse a Vicky; la cual, por otro lado, parecía ignorarlo de forma disimulada, y había pasado toda la tarde evitando mirarlo.
 -“Bueno, fue bastante tonto de nuestra parte no darnos cuenta,” declaró Dylan. Los otros lo miraron sin comprender.
 -“Nos dio señales,” explicó él. “No solo porque no es normal, ni siquiera para un vampiro, o más bien la hija de un vampiro, que sepa pelear. Y me refiero a que realmente parecía una de nosotros aquella noche de la fiesta, solo que más rápida. Pero además… ¿de dónde más iba a sacar esos palitos con los que se agarra el pelo? A menos que hubiera asesinado a una cazadora que los llevara puestos, pero sería poco probable que los llevara entonces.”
Vicky sonrió, sacándose los palillos del cabello y dejando que le cayera en un manojo de desordenados rizos negros sobre los hombros y hacia delante mientras jugueteaba con las varillas entre los dedos.
 -“Me los dio mi abuela,” explicó la chica, sin apartar la vista de los instrumentos, con una mirada algo nostálgica. “Por mi condición nunca fui muy bienvenida en el clan. La única razón por la que la mayoría me tolera es quien es mi papá. Si no fuera por él sería una paria. Así que ella pensó que tal vez los necesitara para defenderme… Y me temo que tenía razón.”
 -“¿Pero por qué no te quieren en el clan?” preguntó Liz.
 -“Los miembros de los clanes son vampiros, generalmente de sangre pura; aunque hay excepciones, vampiros que fueron creados por miembros del clan. Una vez fueron humanos, pero ya no más. Todos están relacionados de alguna forma. Es raro que un vampiro se enamore de un humano y no lo transforme, como pasa con mi mamá. Pero más raro es que se enamore de una cazadora.
En los pocos casos que se dio que algún vampiro tuviera hijos con un humano… Bueno, todo depende de las circunstancias, pero generalmente los hijos se crían y viven como humanos… y mueren como humanos… a menos que ellos decidan lo contrario.”
 -“¿Pero cómo pueden vivir como humanos y morir con la sangre…?” preguntó Zach, perplejo. Ella seguía sin levantar la vista.
 -“Porque ellos no heredan la sed, Zach,” respondió la chica, mirándolo solo un momento y apartando la mirada casi al instante, como si le hiciera daño, al mismo tiempo que forzaba, sin éxito, una sonrisa.
 -“Pero pensé que vos…” empezó él aún más perplejo.
 -“Yo sí la necesito, la sangre. Eso es porque en mí hay más sangre de vampiro que humana,” lo interrumpió ella sin mirarlo.
 -“¡Entonces lo que me contaste sobre los orígenes de los cazadores es cierto!” exclamó Liz, antes de que Zach pudiera replicar nada.
 -“Probablemente,” se limitó a responder Vicky, seria. Los varones las observaban sin comprender, demandando una explicación.
Liz explicó brevemente lo que Vicky le había contado, mientras esta volvía a recogerse el cabello y jugueteaba con un rizo negro que le caía sobre el hombro.
Zach se levantó de donde estaba sentado, indignado.
 -“¡Eso es una mentira!” rugió, mirando a una y otra chica. Vicky levantó la vista y clavó sus ojos grises en él. Había algo en su mirada que le hizo olvidar por un momento su furia. No sabía que era, pero algo no estaba bien. Aquella sonrisa forzada volvió a aparecer en sus labios.
 -“Nadie te obliga a aceptarlo si no querés,” le respondió ella. “No por eso va a ser menos cierto.”
El brillo en los ojos de la chica lo desencajó. ¿Qué era aquello? ¿Lagrimas? Vicky iba a…
La chica se levantó de su asiento y caminó hacia el pasillo, murmurando algo que no llegó a comprender. Zach no reaccionó. Se sentía aturdido.

VICKY
  


Vicky se derrumbó contra la puerta del baño ni bien terminó de cerrarla, dejándose caer lentamente hacia el suelo mientras luchaba para reprimir las lágrimas que amenazaban con escapar de sus ojos.
¡No! No podía permitirse el lujo de llorar. No por eso. No allí, al menos. Iba a tener mucho que explicar si lo hacía. Y de todos modos, ¿qué iba a decir? No iba a sonar muy razonable que dijera que desde hacía dos días no hacía más que pensar en Zach; que aún cuando estaba frente a todos aquellos rostros mirándola a ella y a sus padres con asombro lo único que cruzaba por su mente era que es lo que estaría pensando él respecto a aquella revelación: que no sabía como era que estaba haciendo para mantenerse lejos de él, para apenas mirarlo; que hubiera dado cualquier cosa por volver a besarlo. Pero, principalmente, que la sola idea de no poder hacerlo nunca más, por no traicionar nuevamente a quien probablemente fuera la única amiga que tuviera en toda su vida fuera de su prima Milena, la estaba matando por dentro.
Nunca en toda su vida había sentido algo así. Reconocía que diecisiete años no es una larga vida, pero habiendo tantas chicas incluso menores que ella que aseguraban estar enamoradas y tantas otras cosas, era de esperarse que al menos ella tuviera una mínima idea; que estuviera preparada.
Claro que sus experiencias anteriores no habían sido muy útiles. La mayoría de los vampiros de su clan la aceptaban e incluso respetaban por quien era su padre, pero nada más. Los chicos del colegio… bueno, no podía tener algo serio con ninguno de ellos. No sin estar ocultándoles más de la mitad de su vida, al menos.
En cuanto a Leo… La única razón por la que había salido con él era porque, de algún modo, salir con un vampiro implicaba ser aceptada. Y le constaba que él nunca había sentido nada por ella tampoco. Él solo se movía por intereses. Y siendo el hijo del líder del clan Yager era algo muy conveniente que su novia fuera la hija del líder del clan vecino. Especialmente, se le ocurrió de pronto, si iba a estar asociado en cosas ilícitas.
Era razonable, entonces, que sus sentimientos por Zach la tomaran totalmente desprevenida. Todas aquellas sensaciones… De a poco empezaba a entender por que su madre aceptaba a Tom cada vez que regresaba de sus andanzas como si nunca se hubiera dio. Era preferible estar con él temiendo que en cualquier momento pudiera marcharse nuevamente que no estar con él en absoluto.
¡Ya basta! Tomando una bocanada de aire como para juntar fuerzas, se levantó y se lavó la cara. Un momento más tarde estaba en el pasillo, explicándole a Liz que tenía que volver a su casa. No se había alejado dos cuadras cuando la voz que más temía y deseaba escuchar la llamó.
 -“¿Qué pasa?” le preguntó en un tono hostil que por un momento lo desencajó.
El rostro del chico se veía confuso, como si no lograra encontrar las palabras adecuadas para decir lo que quería.
 -“Eso mismo me preguntaba yo,” le respondió después de un momento. “¿Qué te pasa?”
 -“Tengo que ir a mi casa,” dijo ella lo mas secamente posible.
 -“Y por eso te levantaste con los ojos llorosos y te encerraste en el baño durante quince minutos antes de decirle a Liz que te ibas sin asomarte a decirnos nada a Dylan y a mí,” repuso el chico en un tono algo irónico.
 -“Tal vez,” respondió ella, evitando mirarlo a la cara.
 -“¡Vicky!” protestó él, haciendo un gesto como para acercarse a ella, y retrocediendo al percibir su rechazo. “Ya sé que en eso reaccioné más de lo que debía con eso que contaron, pero tenés que reconocer que es algo shockeante. Son muchas cosas nuevas en muy poco tiempo,” agregó.
 -“Por suerte ya falta poco para que se termine, ¿no? Después de eso cada uno puede volver a su vida normal.” El tono en el que lo dijo fue tan amargo y a la vez sincero, que por un momento pareció como si al chico le hubieran dado una bofetada.
 -“¿Eso es lo que querés?” le preguntó entonces. “¿Qué todo vuelva a ser como antes?”
 -“Si,” respondió ella sin pensarlo, aunque para sus adentros se dijo lo contrario.
 -“Bien,” respondió él después de un momento. “Que así sea.” Y, dando media vuelta, regresó hacia la casa sin despedirse.

3 oct 2011

Cazadores: Zach y Vicky. Parte 12: Zach.

Zach se revolvió incómodo en su asiento. En cualquier momento iba a llegar el grupo de vampiros, del que solo sabía que William sería miembro, para reunirse con el concejo de cazadores. Todo se estaba dando más rápido de lo que esperaba: ni bien había llegado a la casa la noche anterior, su tía se había comunicado con la cabeza del grupo, y este había concertado la reunión para la noche siguiente. Ni siquiera le había dado tiempo a hablar con nadie sobre los detalles, solo se había comunicado con Vicky, y esta había asegurado que iba a encargarse de todo, y luego el día había pasado tan rápido que ni siquiera había podido hablar con ella para saber quienes asistirían. Solo habían arreglado que el grupo se encontraría con ellos en su casa, y que de ahí irían al punto de reunión.
El timbre lo hizo saltar de su silla. Ya habían llegado. Sarah, la madre de Dylan y Liz abrió la puerta mientras él se acercaba. Allí estaba, frente a ellos, William Collin, el tío de Vicky y líder del clan local: era un hombre de estatura media y cabello oscuro, casi negro. Sus ojos eran de un gris casi transparente, como los de su hija Milena, pero había en ellos algo que no se leía en la mirada de la chica, algo que era imposible de describir más que como una extraña profundidad, que solo se veía en los vampiros de mucha edad. Siglos, pensó Zach al verlo nuevamente, mientras un escalofrío le recorría la espalda. ¿Cuántos siglos tendría aquel vampiro que estaba ahora frente a él con una sonrisa incómoda? Lo saludó, intentando no demostrar la incomodidad que a él también lo embargaba, y observó a un lado y hacia atrás, para ver quienes lo acompañaban.
 -“Hola,” lo saludó Vicky con una voz tan suave que casi fue un susurro, a la izquierda de su tío. Sus ojos gris oscuro brillaron solo un momento con una sonrisa que se desvaneció casi al instante. Al otro lado había otro hombre. Era tan alto como William, aunque de complexión más robusta. Su cabello también era negro, y le caía en pequeños tirabuzones sobre la frente, dándole un aspecto casi adolescente que sus ojos profundos desmentían al instante. Sus ojos se clavaron en él un momento, como analizándolo, y luego desvió la mirada hacia la chica. Un nombre apareció en la mente de Zach al verlo: Tom. Era el vampiro que había salido la noche anterior de la casa de la chica justo cuando ellos llegaban. Había algo en él que le resultaba extrañamente familiar, al mismo tiempo que aterrador. De lo único que no le cabía ninguna duda era de que él era tanto o más antiguo que William, y probablemente estuvieran emparentados. Mientras todas estas cosas se cruzaban por su mente, Sarah se había presentado, y los había invitado a pasar mientras ellos terminaban de prepararse para salir. Acto seguido, llamó a Liz y Dylan, y unos minutos más tarde todos salían nuevamente, para dirigirse al lugar señalado.
El lugar de reunión era una casa de aspecto completamente normal. Al entrar, daba la sensación de estar ingresando a un hogar común y corriente de una familia cualquiera. Pasando la primera habitación, había una escalera. Al subirla, sin embargo, las cosas cambiaban. La planta alta era un solo ambiente amplio y rectangular. Había una gran mesa en medio, y varios sillones y sillas dispuestos alrededor como un círculo. Las ventanas estaban cubiertas por cortinas largas hasta el suelo, de un color suave que, durante el día, dejaba pasar la luz del sol. En ese momento, de todos modos, la iluminación era intensa, proveniente de una serie de apliques en las paredes que despedían una suave luz blanca, en algunos casos algo amarillenta. Había entre veinte y treinta personas, algunas de aspecto joven, como Liz y Zach, no tanto como Dylan, algún año menor; pero en su mayoría eran adultos de entre veinticinco y cuarenta y cinco años. Solo unos pocos pasaban aquella edad.
Cuando entraron, todos estaban sentados, hablando en murmullos. La persona que les había abierto la puerta, una chica de menos de veinte años, permaneció junto a ellos a la entrada del recinto, indicándoles que aguardaran.
 -“¿Qué pasa?” preguntó Zach, sorprendido.
 -“Los mayores pueden pasar a tomar sus lugares, si quieren. Se está discutiendo un asunto importante,” respondió la chica, sin mirar a los vampiros ni un momento. “Los demás tienen que esperar.”
Sarah se adelantó, indicándoles a los demás que esperaran. Ninguno de los visitantes pareció inmutarse por lo que sucedía. Zach y Liz, sin embargo, estaban sorprendidos. ¿Un asunto importante? Nadie había dicho nada de un asunto tan importante para discutir. Se suponía que la reunión de aquella noche sería para poder hablar con los representantes del clan.
 -“Hay más personas pidiendo que se les admita en el concejo,” explicó la chica entonces, advirtiendo la confusión de los chicos. “No va a demorar mucho, supongo.”
Y, tal cual ésta había previsto, a los pocos minutos el grupo fue admitido. Había varias caras que a Zach le resultaban familiares, pero había otras tantas que jamás había visto en su vida. Un rostro familiar llamó poderosamente su atención: había una mujer sentada junto a Sarah, de cabello oscuro casi negro y ojos tan negros como el azabache. Su rostro le resultaba tan extrañamente conocido que por un momento se sintió desorientado. Estaba seguro de que jamás la había visto allí, y sin embargo… Y entonces, al ver al grupo acercarse, la mujer sonrió; y la reconoció. No, nunca la había visto sonreír, pero aquella expresión le resultaba tan familiar… Era la sonrisa de Vicky. Y era a ella a quien le sonreía. Era, sin lugar a dudas, la madre de ésta. ¿Qué estaba haciendo allí?
Vicky devolvió la sonrisa, aunque la expresión se borró casi de inmediato de su rostro. Y Zach notó algo poco normal en ella: estaba nerviosa. Tan asombrado estaba ante este descubrimiento, que no se percató de que William había empezado a hablar, presentándose ante los rostros que lo observaban; algunos con severidad, otros con desconfianza. Con voz firme y constante, el hombre relató los hechos que venían aconteciendo en la ciudad, tal y como habían sido expuestos el día anterior en la reunión de su propio clan, y su intención de poder trabajar ambos grupos en conjunto para solucionar el problema. Un murmullo de voces se fue alzando entre los cazadores a medida que su discurso iba avanzando. Por último, este se volvió tan intenso, que el hombre interrumpió su explicación, observándolos con la paciencia propia de un profesor, esperando a que se percataran por si mismos de que nadie le estaba escuchando. Al reconocer la actitud, Zach no pudo menos que reprimir una risita. Era exactamente lo mismo que hacía en el colegio, cuando la situación se repetía en sus clases.
De a poco, el murmullo cesó, y todos los rostros se fijaron en el hombre de nuevo, el cual no dijo absolutamente nada.
 -“¿Alguien quiere decir algo?” preguntó Javier, el miembro de mayor edad del concejo, quien jugaba el papel de líder, dirigiéndose a sus compañeros.
Se hizo un breve silencio. Todos se miraron unos a otros, como dudando. Por último, un hombre que se encontraba sentado a un par de lugares de donde Sarah y la mamá de Vicky estaban se levantó.
 -“Creo que todos tenemos mas o menos la misma duda,” explicó el hombre, intentando ser lo más diplomático posible pero sin poder ocultar del todo su desagrado por los visitantes y su propuesta, “y es: ¿cómo sabemos realmente que podemos confiar en ellos y que no se trata más que de una trampa? ¿Cómo sabemos que no van a traicionarnos?”
William sonrió, como si aquello fuera algo que estaba seguro que pasaría. Sin decir una palabra, se giró hacia Tom y se observaron unos segundos sin decir nada. Este otro asintió, como si se le hubiera dicho algo, y avanzó, quedando por delante de los demás y frente a frente con los miembros del concejo.
 -“Mi nombre es Tomas Collin,” explicó con voz calma y segura, en un tono serio y autoritario que sorprendió a todos. “Primer hijo de Frank y Elizabeth Collin, nací el 24 de febrero de 1768 en Escocia y soy, por derecho, líder del clan Collin, al cual representamos. Dada mi ausencia durante los últimos dos años mi hermano aquí presente, William, ha estado a cargo de la dirección del mismo, y creí que sería prudente, dado mi reciente regreso, que él fuera quien manejara este asunto. Pero ahora nos piden una razón para confiar en nosotros; una prueba de que nuestras intenciones son las que aseguramos, y yo soy el que debe dársela; o, mejor dicho, mostrársela.” Al decir esto, el hombre se giró hacia donde Vicky seguía parada, la vista fija en el suelo.
 -“Ella,” dijo el hombre, haciéndole un gesto para que se acercara, cosa que ella hizo de inmediato, quedando por primera vez a la vista de todos los presentes, “es mi hija, Victoria Collin. Y su madre, mi esposa,” continuó él, girándose hacia la mujer de cabello oscuro que estaba junto a Sarah y señalándola, “es una de ustedes: Casandra Farrel.”
Al oír su nombre, la mujer se levantó lentamente de su asiento, y caminó lentamente hacia donde su esposo y su hija estaban, mirando uno a uno a los miembros del concejo sin bajar la vista ni un momento.
El murmullo volvió a alzarse entre los presentes. Zach, Liz y Dylan los miraban, mudos de asombro ante la revelación que acababan de presenciar.