VICKY
No tenía sentido hacer la reunión si Sybilla
no estaba ahí. Y no aparecía por ningún lado. Pero Tom había insistido,
asegurando que su hermana iba a aparecer. Había vuelto a confiar en ella.
Esperaba que la mujer lo mereciera.
Michelle entró en la habitación con el rostro
serio. Seth no la acompañaba. Estaba ocupado, explicó. Vicky empezaba a ponerse
tensa. Sintió la mano de Zach en el hombro intentando tranquilizarla. Justo en
ese momento la puerta se abrió, dando paso a Sybilla y Louisa. Venían tomadas
de la mano y la mujer se veía mucho mejor, a pesar de que era evidente que aún
estaba débil.
– No voy a dejarte sola con Loo nunca más –
le susurró Zach al oído con ironía.
Vicky reprimió una risa.
– Yo podría decir lo mismo – le respondió –.
Voy a recordarte que ambas salieron con hombres también. Sybilla solía salir
con Seth.
Como si hubieran escuchado aquello, esta
última y Michelle quedaron frente a frente. La rubia murmuró el nombre de la
otra de forma monótona. Sus ojos pasaron de esta a Louisa y luego a Tom.
– Dijeron que era importante. ¿Qué pasa?
Tom desvió la mirada a su hermana mientras
empezaba a hablar.
– Sybilla fue atacada – empezó a explicar el
hombre. La mirada de todos se fue hacia ella. Luego volvieron todos a él – con
estas.
En la mano tenía tres piezas pequeñas de
madera y metal. El escalofrío que recorrió a Michelle fue visible para todos.
Eran balas, pero hechas de aquella mezcla misteriosa que envenenaba la sangre
de un vampiro y, pegándole directo al corazón, podía volverlo cenizas.
– Una de estas asesinó a Cassandra –
dictaminó el hombre. Michelle parecía atónita y paralizada.
– No puede ser – susurró con un hilo de voz.
Una imagen fugaz invadió la mente de Vicky:
un hombre furioso asesinado por un Seth aún más furioso y un nombre: George. El
episodio se desvaneció casi al instante, pero algo le quedó claro: él había
inventado aquella mezcla fatal y se había llevado el secreto a la tumba. ¿Cómo
podían ser posibles estas nuevas armas mortales?
– ¿Dónde…? – empezó a preguntar la mujer,
saliendo un poco de su ensoñamiento.
– En territorio Vega – dijo Sybilla, hablando
por primera vez –. Al parecer, alguien importante en ese clan protege a los
Rose y a James Blackeney. Aunque no estoy segura de que sea sus líderes.
Al oír aquello, Michelle palideció. Casi
frenética, sacó un telefono celular de su bolsillo y marcó un número. Alguien
atendió y ella preguntó por Seth. La respuesta pareció desesperarla aún más.
Con un grito, estrelló el aparato contra la pared, destrozándolo.
– ¡Maldita sea su negación con la tecnología!
– rugió – Seth va en camino a reunirse con Ángel Vega. Y no tengo forma de
comunicarme con él para advertirle del peligro.
Tom buscó su teléfono mientras caminaba a la
puerta:
– conozco a Ángel. Él no puede estar
involucrado en esto. Pero podría estar en peligro también.
Todos siguieron al hombre, preocupados y
decididos a ayudarlo a detener lo que fuera a pasar.
TOM
Inmediatamente, todos emprendieron una
frenética carrera hacia territorio Vega. Vicky y Zach iban en una motocicleta y
Sybilla y Louisa en otra, esta última tapada de pies a cabeza para protegerse
de la luz solar. Tom se subió al auto de su hermano, el cual no tardó en
ponerse al volante. Milena y Michelle se ubicaron en el asiento trasero. Todos
ellos eran los únicos en aquella misión de emergencia. Esperaba que fueran
suficientes.
Mientars Will manejaba, encabezando la
marcha, él intentaba, sin éxito, comunicarse con Ángel Vega. Por último, uno de
sus intentos tuvo éxito.
– ¿Laura? Es Tom Collin. Ángel tenía planeado
reunirse con Seth Blackeney hoy. ¿Sabés donde pensaban hacerlo? – le preguntó a
la hermana del otro con tono preocupado. La mujer contestó, indicando el nombre
de un restaurant pequeño del que eran dueños, información que él le pasó
inmediatamente a su hermano.
– ¿Quién está con él? – preguntó Tom.
La mujer empezó a alarmarse. Él intentó
explicarle la situación lo mejor que pudo, lo que contribuyó a alarmarla aún
más.
– Ángel no sería parte – empezó a decir ella.
– No – interrumpió él –. No lo creo. Pero
bien puede ser una trampa para él también.
– ¡Voy para allá! – dijo ella, cortando el
teléfono.
William profirió una maldición en inglés.
Había una gran cantidad de autos frente a ellos. Estaban momentáneamente
varados. Las dos motocicletas esquivaron a los vehículos de forma algo riesgosa
y siguieron adelante.
– ¿A dónde van? – preguntó Michelle,
alterada.
– Ellos ya saben a donde tienen que ir –
respondió Tom mientras le llegaba el mensaje mental de Loo.
Unos minutos más tarde, de todos modos,
estaban llegando al lugar indicado. Las dos motocicletas estaban mal
estacionadas en la puerta y tres de los cascos estaban tirados a un lado.
Doblando la esquina se acercaba una muchacha corriendo. El cabello castaño le
flotaba a la espalda y el sol le pegaba de lleno en el rostro, dándole a su
piel morena un aspecto casi dorado.
Michelle y Will entraron, seguidos de Milena.
Tom se demoró, aguardando a que Laura llegara. Una vez adentro, se encontraron
con el lugar desierto. Había un casco tirado en el suelo al pie de una escalera.
La puerta que daba a la habitación de la planta alta estaba entreabierta y de
ella provenían ruidos de pelea. Estaban empezando a subir, cuando escucharon el
sonido de un disparo.
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