1 oct 2012

Cazadores: Michelle. Parte 42.


VICKY

No tenía sentido hacer la reunión si Sybilla no estaba ahí. Y no aparecía por ningún lado. Pero Tom había insistido, asegurando que su hermana iba a aparecer. Había vuelto a confiar en ella. Esperaba que la mujer lo mereciera.
Michelle entró en la habitación con el rostro serio. Seth no la acompañaba. Estaba ocupado, explicó. Vicky empezaba a ponerse tensa. Sintió la mano de Zach en el hombro intentando tranquilizarla. Justo en ese momento la puerta se abrió, dando paso a Sybilla y Louisa. Venían tomadas de la mano y la mujer se veía mucho mejor, a pesar de que era evidente que aún estaba débil.
– No voy a dejarte sola con Loo nunca más – le susurró Zach al oído con ironía.
Vicky reprimió una risa.
– Yo podría decir lo mismo – le respondió –. Voy a recordarte que ambas salieron con hombres también. Sybilla solía salir con Seth.
Como si hubieran escuchado aquello, esta última y Michelle quedaron frente a frente. La rubia murmuró el nombre de la otra de forma monótona. Sus ojos pasaron de esta a Louisa y luego a Tom.
– Dijeron que era importante. ¿Qué pasa?
Tom desvió la mirada a su hermana mientras empezaba a hablar.
– Sybilla fue atacada – empezó a explicar el hombre. La mirada de todos se fue hacia ella. Luego volvieron todos a él – con estas.
En la mano tenía tres piezas pequeñas de madera y metal. El escalofrío que recorrió a Michelle fue visible para todos. Eran balas, pero hechas de aquella mezcla misteriosa que envenenaba la sangre de un vampiro y, pegándole directo al corazón, podía volverlo cenizas.
– Una de estas asesinó a Cassandra – dictaminó el hombre. Michelle parecía atónita y paralizada.
– No puede ser – susurró con un hilo de voz.
Una imagen fugaz invadió la mente de Vicky: un hombre furioso asesinado por un Seth aún más furioso y un nombre: George. El episodio se desvaneció casi al instante, pero algo le quedó claro: él había inventado aquella mezcla fatal y se había llevado el secreto a la tumba. ¿Cómo podían ser posibles estas nuevas armas mortales?
– ¿Dónde…? – empezó a preguntar la mujer, saliendo un poco de su ensoñamiento.
– En territorio Vega – dijo Sybilla, hablando por primera vez –. Al parecer, alguien importante en ese clan protege a los Rose y a James Blackeney. Aunque no estoy segura de que sea sus líderes.
Al oír aquello, Michelle palideció. Casi frenética, sacó un telefono celular de su bolsillo y marcó un número. Alguien atendió y ella preguntó por Seth. La respuesta pareció desesperarla aún más. Con un grito, estrelló el aparato contra la pared, destrozándolo.
– ¡Maldita sea su negación con la tecnología! – rugió – Seth va en camino a reunirse con Ángel Vega. Y no tengo forma de comunicarme con él para advertirle del peligro.
Tom buscó su teléfono mientras caminaba a la puerta:
– conozco a Ángel. Él no puede estar involucrado en esto. Pero podría estar en peligro también.
Todos siguieron al hombre, preocupados y decididos a ayudarlo a detener lo que fuera a pasar.


TOM

Inmediatamente, todos emprendieron una frenética carrera hacia territorio Vega. Vicky y Zach iban en una motocicleta y Sybilla y Louisa en otra, esta última tapada de pies a cabeza para protegerse de la luz solar. Tom se subió al auto de su hermano, el cual no tardó en ponerse al volante. Milena y Michelle se ubicaron en el asiento trasero. Todos ellos eran los únicos en aquella misión de emergencia. Esperaba que fueran suficientes.
Mientars Will manejaba, encabezando la marcha, él intentaba, sin éxito, comunicarse con Ángel Vega. Por último, uno de sus intentos tuvo éxito.
– ¿Laura? Es Tom Collin. Ángel tenía planeado reunirse con Seth Blackeney hoy. ¿Sabés donde pensaban hacerlo? – le preguntó a la hermana del otro con tono preocupado. La mujer contestó, indicando el nombre de un restaurant pequeño del que eran dueños, información que él le pasó inmediatamente a su hermano.
– ¿Quién está con él? – preguntó Tom.
La mujer empezó a alarmarse. Él intentó explicarle la situación lo mejor que pudo, lo que contribuyó a alarmarla aún más.
– Ángel no sería parte – empezó a decir ella.
– No – interrumpió él –. No lo creo. Pero bien puede ser una trampa para él también.
– ¡Voy para allá! – dijo ella, cortando el teléfono.
William profirió una maldición en inglés. Había una gran cantidad de autos frente a ellos. Estaban momentáneamente varados. Las dos motocicletas esquivaron a los vehículos de forma algo riesgosa y siguieron adelante.
– ¿A dónde van? – preguntó Michelle, alterada.
– Ellos ya saben a donde tienen que ir – respondió Tom mientras le llegaba el mensaje mental de Loo.
Unos minutos más tarde, de todos modos, estaban llegando al lugar indicado. Las dos motocicletas estaban mal estacionadas en la puerta y tres de los cascos estaban tirados a un lado. Doblando la esquina se acercaba una muchacha corriendo. El cabello castaño le flotaba a la espalda y el sol le pegaba de lleno en el rostro, dándole a su piel morena un aspecto casi dorado.
Michelle y Will entraron, seguidos de Milena. Tom se demoró, aguardando a que Laura llegara. Una vez adentro, se encontraron con el lugar desierto. Había un casco tirado en el suelo al pie de una escalera. La puerta que daba a la habitación de la planta alta estaba entreabierta y de ella provenían ruidos de pelea. Estaban empezando a subir, cuando escucharon el sonido de un disparo.

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