Hicieron todo el recorrido en silencio. Un silencio interrumpido solamente por el sonido de los zapatos de la chica contra el suelo. Zach se limitaba a mirarla de reojo cada tanto, mientras miles de cosas se le cruzaban por la cabeza.
-“Ya casi estamos,” dijo ella, de pronto, deteniéndose y girándose para mirarlo.
-“¿Y por qué paramos?” preguntó él, entonces, sin comprender.
Vicky dudó un momento, no muy segura de cómo explicarse.
-“Zach,” empezó, la duda aún impresa en el tono de su voz. “Necesito que confíes en mí. Sé que lo que voy a pedirte es extraño, pero solo te pido eso, por favor.”
-“¿Qué pasa?” preguntó él, comenzando a alarmarse.
-“Necesito que cierres los ojos y pongas la mente en blanco. No importa lo que sientas, no importa lo que pase. Solo hacé eso. Por favor.”
Sus miradas se encontraron solo un momento. En sus ojos había un ruego, y un dejo de dolor o pena. Un escalofrío lo recorrió de pies a cabeza. En el fondo, temía que sabía que se disponía a hacer la chica, aunque no comprendía por que.
-“Confíá en mi, por favor,” volvió a rogar ella, acercándosele. “No haría esto si no fuera estrictamente necesario. Creeme.”
El asintió y obedeció, peleando con su cuerpo y mente para no temblar. Intentó en vano poner su mente en blanco, pero miles de cosas se le cruzaban por la cabeza en aquel momento. Y entonces, cuando menos lo esperaba, sintió una punzada en el cuello, mientras una mano firme y fría lo sujetaba por la espalda, como sosteniéndolo. Como temía, Vicky lo había mordido.
Una oleada de recuerdos lo invadió de pronto. Recuerdos que había luchado por enterrar durante años, pero que seguían atormentándolo en pesadillas. Era una noche fría, como aquella en que ellos se habían conocido. Pero esto era mucho tiempo antes. Él era apenas un niño de no más de siete u ocho años. Él y sus padres caminaban por las calles a toda prisa, escapando de algo que él no llegaba a comprender. Y de pronto, un grupo de personas los había rodeado. ¿De dónde habían salido? Eran cinco, tal vez seis, no estaba seguro. Pero había algo de lo que sí estaba seguro: ninguno de ellos era humano. Había algo en ellos que lo decía a gritos, aunque no podía precisar que era. Tal vez su extrema palidez; tal vez ese algo que los hacía ver tan increíblemente atractivos a pesar de que no hubiera nada en los rasgos de ninguno de ellos que fuera excepcional; tal vez su forma de moverse como si flotaran… No, definitivamente no podía precisarlo. Pero había algo que era seguro, y era que su presencia no significaba nada bueno.
Su madre murmuró algo que no llegó a oír con voz nerviosa, y luego tiró de su brazo para ponerlo en medio de ella y su padre, como protegiéndolo. Fue solo cuestión de segundos antes de que les saltaran encima como fieras. Luego, lo único que podía recordar era una gran confusión y gritos. Gritos de su madre, y gritos de su padre… y probablemente los suyos propios. Y un terrible dolor en el cuello, muy cerca de donde ahora podía sentir la mordida de Vicky.
-“Zach, no voy a lastimarte. Confiá en mí,” le repitió la voz de la chica en su mente mientras una extraña paz lo invadía. Con asombro descubrió que el dolor disminuía, casi desaparecía. Y cuando empezaba a aflojarse, a relajarse, ella lo soltó.
-“Ya,” susurró ella, alejándose. Él abrió los ojos y la observó un momento mientras se llevaba una mano al cuello y descubría, con sorpresa, que no había ninguna diferencia al tacto.
-“¿Cómo?”
-“La marca es solo visible,” respondió ella. “Cicatriza al instante. Deberías saberlo…” Y entonces se puso seria. La expresión de su rostro llamó tanto la atención del chico que dio un paso hacia ella, preocupado.
-“¿Qué…?”
-“No lo sabía,” lo interrumpió. Él le devolvió una mirada de asombro, sin comprender. “Lo de tu familia,” explicó la chica, entonces. “Si hubiera sabido hubiera buscado otra forma…”
-“No tenías como saberlo. Nunca hablo de eso con nadie,” respondió él mientras su rostro se ensombrecía. “Hubiera preferido que no lo vieras…”
Ella bajó la vista y empezó a caminar nuevamente.
-“Por eso nos odias tanto, ¿verdad?” preguntó sin mirarlo. Él no respondió. Solo siguió caminando con la mirada fija en el suelo.
Cuando llegaron al lugar indicado, Zach se puso tenso. Desde adentro del edificio, un viejo club abandonado, se sentía el sonido incesante de la música. Pero, a diferencia de la vez anterior, la música no era la de moda. Era un sonido lúgubre, que hacía pensar en oscuridad y violencia y algo no del todo bueno que no se podía especificar.
No había nadie a la vista. Cruzaron la puerta en silencio, todos sus sentidos alerta, y caminaron por un largo pasillo hasta una puerta detrás de la cual parecía brotar el ruido.
-“¡Hey!” les llamó la atención una voz en un tono nada amistoso. “¿Tienen invitación?”
Zach se quedó duro en su lugar. Vicky sonrió. ¿Cómo hacía para parecer tan tranquila? Quien había hablado, un hombre de aspecto gigante cuya edad era imposible precisar, se acercó a ellos desde un costado del pasillo, donde había permanecido oculto a la vista, con cara de pocos amigos.
-“¿Invitación?” insistió.
Vicky se subió la manga derecha del saco que llevaba puesto hasta el codo, dejando a la vista un tatuaje en la primera mitad de la cara interna del antebrazo. Era una especie de tribal; una llama roja rodeada de pequeñas líneas, con una especie de goteo hacia abajo, hacia su mano, muy parecido aunque no igual al que había habido en la invitación que Milena le había dado para la otra fiesta.
-“Creo que esto alcanza,” respondió ella con toda tranquilidad.
-“¿Y qué hay de él?” señaló el otro.
La chica hizo un gesto, indicándole a Zach que inclinara la cabeza. El tipo le observó el cuello y asintió, abriendo la puerta con una mano para dejarlos pasar.
El lugar adentro estaba en penumbras. Era una habitación enorme, una vieja cancha techada. Varias puertas dirigían a otros lugares del club. Todo parecía repleto de personas de aspecto siniestro. La música que sonaba de fondo tenía un tono algo tétrico, al menos para el gusto personal del chico. Se escuchaba una especie de silbido, acompañado de una melodía grave que denotaba cierta agresividad. El centro del lugar estaba repleto de figuras que se movían, algunos siguiendo el ritmo y otros apenas bamboleándose como zombies. Al fondo, una pantalla gigantesca mostraba un video que parecía acompañar a la canción: un lugar que parecía ser una especie de galpón; varias mujeres bailando de forma sensual mientras los músicos tocaban, y en un punto dos niños de cabello rubio platinado vestidos de blanco y maquillados de forma macabra abrazados dentro de una jaula mientras la niña cantaba las voces femeninas.
-“Engel,” leyó Zach, mirando a Vicky y siguiéndola hacia un costado, a lo que alguna vez habían sido las gradas de la cancha, donde se sentaron.
-“Significa ángel,” respondió ella, con una sonrisa. “Irónico, ¿no?” Y acto seguido empezó a canturrear acompañando a la voz femenina del tema con un tono sensual.
-“La otra vez estabas escuchando algo que parecía opera,” remarcó él, mirándola con desdén. “Y ahora estás cantando esto.”
-“Mi papá nació en el siglo XVIII,” explicó ella, como queriendo justificarse. “Es natural que me guste de todo. ¿Vos que música escuchás?”
Zach dudó, y desvió la mirada hacia su alrededor, como queriendo evitar la pregunta.
-“Me imaginé. Tampoco escuchás música, ¿verdad?” Vicky reprimió una risita.
De forma totalmente inconsciente, empezó a rizarse el cabello con los dedos, por hacer algo que la mantuviera entretenida, mientras miraba a su alrededor en busca de algo sospechoso. Los ojos de Zach se posaron en ella un momento, y un curioso detalle llamó su atención: sus manos. Fue entonces cuando cayó en la cuenta de algo que en su momento no había notado: cuando la chica lo había sostenido, estando en la calle, y lo había mordido, su mano había estado firme, igual que lo estaba ahora; pero el día que se habían conocido, cuando él se había fijado en el temblor de sus manos, ella había dicho que era cosa de todos los días.
-“¿Qué pasó con tu mano?” dijo, sin saber como formular la pregunta que quería hacer.
Ella se miró sin comprender. Un momento más tarde pareció caer en la cuenta de a que se refería el chico.
-“El temblor… ¿verdad?” Él asintió. “Se va con la sangre… O más bien aparece cuando pasa mucho tiempo desde la última vez…”
-“Es la primera vez que escucho algo así,” dijo él, casi interrumpiéndola.
-“Es la primera vez que te sentás a hablar con una persona que es solo mitad vampiro, me parece,” contestó ella, mientras se sacaba el saco que llevaba puesto, sofocada por la falta de aire en el lugar.
-“Pero tenés el tatuaje,” respondió él, señalando el diseño que resaltaba sobre la piel del brazo derecho de la chica, aún en la penumbra.
-“Mi tío es el líder del clan. El símbolo representa eso. Que soy parte… Lo que no significa que sea igual a ellos. Solo que deberían tratarme como a una igual.”
-“Pero no lo hacen…”
Vicky esbozó una sonrisa.
-“La mayoría si… Al menos en mí clan. Pero… Yo no logro sentirme parte. Siento que este no es mi lugar,” explicó ella, mirándolo. La mirada del chico estaba fija en lo que pasaba a su alrededor. Aún así, la había escuchado. Y sus palabras resonaban en su mente una y otra vez.
-“Ahora vengo,” dijo él, divisando una indicación que señalaba donde se encontraban los baños.
-“Claro,” respondió ella.
Él se levantó y caminó hasta el lugar con paso decidido. Una vez adentro, comenzó a dudar si había sido una buena idea. La realidad era que solo había ido allí para escapar un momento de Vicky. Había algo en ella que lo estaba poniendo incómodo, aunque no lograba especificar que era. En parte, descubrió, se trataba de aquel tatuaje en su brazo. Si bien ya hacía rato que sabía, más o menos, lo que ella era, nunca la había visto realmente como un vampiro. Al menos, nunca la había visto de la misma forma que los veía a ellos. Pero ahora… La prueba que faltaba estaba frente a sus ojos: ella era parte de un clan. Era un vampiro reconocida por los demás vampiros como tal. Por eso los habían dejado entrar, después de todo.
Intentando no prestar atención a lo que pasaba a su alrededor, que no era del todo claro, se acercó a la pileta y se lavó la cara con agua fría. Su rostro se reflejó en un espejo algo empañado por el exceso de calor humano del lugar, devolviéndole un borroso panorama de lo que sucedía a su espalda: un muchacho de cabello oscuro lo miraba de reojo como una fiera que acecha su presa. De uno de los cubículos al fondo del lugar salía un sonido de golpes y respiraciones agitadas que prefirió dejar de lado, a pesar de la posibilidad de que alguien estuviera en peligro. Habían arreglado que solo sería un reconocimiento del lugar, por lo que apenas y llevaba algún tipo de arma encima, siendo lo más peligrosos los palillos que Vicky siempre usaba en su cabello, y que obviamente él no tenía a su alcance.
La mirada de aquel muchacho, que a la distancia reconoció como un vampiro, seguía fija en él. Intentando parecer calmado, Zach se volvió a lavar la cara, y se decidió a volver junto con su compañera. Antes de hacerlo, sin embargo, volvió a limpiar el espejo con la mano para poder verse. Su mano buscó instintivamente el lugar donde la chica lo había mordido, intentando encontrar alguna marca. Su reflejo lo dejó casi atónito: allí estaba, justo donde recordaba que los colmillos de Vicky se habían hundido en la carne, una marca casi violácea, como un moretón, levemente más oscura en los dos puntos donde efectivamente había sido perforada la piel, pero perfectamente entera.
Zach se dio media vuelta y salió del baño. La vista del chico lo siguió hasta que desapareció del lugar, pero para su alivio, él no se movió de allí.
Mientras se aproximaba al lugar donde había dejado a su compañera, alguien llamó su atención. Una chica de piel pálida como el mármol cruzó frente a él, el cabello de un rubio pálido recogido en una larga trenza hasta su cintura. Con una sonrisa, se giró a mirarlo y, antes de que pudiera darse cuenta, lo había tomado por las manos, arrastrándolo suavemente hacia el lado contrario al que él iba, y bailando de forma sensual junto a él. Una nueva figura se les unió por su izquierda, de cabello rojo fuego enmarcando un rostro ovalado de los que solo se ven en cuadros antiguos; y otra por la derecha, meneando un físico de aspecto frágil y delicado de una piel que en algún momento había sido morena. Las tres chicas eran completamente fascinantes.
Zach las miró un momento, anonadado. Había algo en el fondo de su mente que le gritaba peligro. Sabía que había algo en ellas que estaba mal. Pero no llegaba a comprender que era. Eran solo tres chicas completamente inofensivas. No había nada que pudieran hacerle. No tenía por que temerles, no había por que desconfiar. La rubia lo arrastró nuevamente hacia un costado, acorralándolo contra la pared. En uno de sus movimientos, un extraño tatuaje asomó al costado izquierdo de su cuello: una especie de lágrima de sangre. La pelirroja le sonrió. Estaba hablándole, aunque no podía entender lo que decía. Pero su voz era tan dulce… tan dulce que daban ganas de hundirse en ella. Y a la vez tan sensual… La morena se acercó más a él, sonriéndole. Su mano le rozó el rostro, fría como hielo, inclinándoselo suavemente hacia la derecha. Y entonces, algo en el rostro de las tres cambio. Las sonrisas se desvanecieron, y una expresión de frustración apareció en su lugar. Sin decir nada, las tres se alejaron, dejándolo solo. Una risita lo hizo volver completamente al mundo: Vicky lo miraba, divertida, a tan solo unos centímetros. Algo en su mirada, de todos modos, le indicó que algo no estaba del todo bien.
-“Vamos,” le dijo ella. “Es hora de ir a casa. Ya averiguamos todo lo que teníamos que averiguar.”
Él la miró, atónito, pero no dijo nada hasta que estuvieron afuera. Luego, cuando le pareció que era prudente empezar a interrogarla, la hizo detenerse y le pidió, de no muy buena forma, que le diera una explicación.
3 comentarios:
ola queria preguntarte se ya busco un editorial para publicar tu libro porque es facinante y tedria que sali a luz no esta solo aqui
Hola no te preocupe por leer mi historia no tiene no es ni la mitad de interrante como la tuya
la verdad escribo por que me gusta tambien pero mas para passar el tiempo e no pensar en pobremas que tengo
pero de verdad no entiendo porque no puedes publicarlo se que no sera facil mira mi libro mande para una agencia pra ellos cogir los errores etc porque soy brasileña y no escribo español muy bien si decir los punto y coma que no suele poner nunca jajaja
ellos me diceron que von buscar un editorial para mi libro
no creo que sea facil pero como ellos solo me cobraron para traducir y dijeron que lo de editorial ellos no me cobra nada
y tu libro esta muy bien escrito no creo que haces falta correcion
una cosa no se si tu ya as echo pero registra tu libro a tu nombre para que nadie pueda robarlo
si quieres puedo ayudarte , con lo de buscar editorial o un agente
tu historia es increibemente facinante asi que no deje ahi solo en internet
no indiendo mucho de libro pero leio mucho libro de ciencia ficcion y fantasia creame el tuyo es genial perdoname por el mesagen tan largo jejeje
besos que tenga buena semana
hola claro que no dejare de leer tu historia ya es el segundo comentario que dejo es que no estoy segura se el primer llego lo que quiero decir que porque no puede , claro que si es tu sueño y porque no coger atraz de el , mira mande mi libro para una agencia para cogir todo los errores soy brasileña y no escribo bien el castellano y queria ver como a quedado y ellos me dijeron que buscarian el editor yo no tuve que pagar nada solo lo de coregi el manuescrito ,pero ya no dijo nada mas porque estan de varcaciones pero se quieres puedo ayudarte ayudando en buscar editor un agente algo realmente su historia es facinante si la mia fuera un tercio de lo interresante que la tuya ya estaria publicado creame pero en fin lo primero que tiene que hacer es registrarlo a tu nombre para que nadie robe tus criacion ok bueno no te preocupe por leer mi libro no es tan interresante besitos
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