19 mar 2012

Cazadores: Michelle. Parte 3: Seth.

– Deberías haberme consultado antes de montar una operación en territorio. Así no es como funcionan las cosas. Entiendo que más de un milenio de guerra con los Rose te tenga desacostumbrado a como proceder con los demás clanes pacíficamente, pero tenés que aprender a seguir las reglas si no querés estar en guerra con todos los clanes de la zona.
– Esto era importante, Tom. No podía dejarlo pasar. Podría haberla perdido por años otra vez. ¡Ella no se acuerda nada de nuevo! ¡Es peligroso! – Seth y Tom llevaban horas discutiendo el tema y parecía que nunca llegarían a un acuerdo. Los hombres de Seth habían encontrado a Michelle en el territorio del clan Collin. Debería haber pedido una autorización, hablado con Tom antes de proceder. Por miedo a perderle el rastro si tomaba demasiado tiempo, no lo había hecho.
– Sé cuan importante es Michelle para vos. Pero no podés iniciar una guerra por una mujer. Los Yager no hubieran escuchado tus explicaciones, te hubieran declarado la guerra y hubieran iniciado una masacre. ¡Tenés que ser más consciente!
Tom estaba sacado, y a medida que iba avanzando la discusión sus argumentos eran más válidos. Les había costado mucho trabajo llegar a la paz con los Yager, a ambos clanes. No era una buena idea provocarlos. Debía ser más cuidadoso en el futuro. De eso le hablaba el otro. Seth suspiró, resignado. Aquella discusión no tenía sentido.
– Lo sé – dijo entonces, dándose por vencido –. No sé en que estaba pensando.
Tom se relajó, viendo que sus palabras habían tenido fruto.
– Yo sí. Sabés que también hice locuras. Las mías me costaron la relación con mi familia. Pero en nuestra posición no podemos darnos el lujo de arriesgar la seguridad de todo el clan.
Tom se acercó a él y le palmeó el hombro en un gesto fraternal. En ocasiones era muy fácil creer que este era el mayor de los dos. Nadie hubiera imaginado jamás por cuanto tiempo Seth era mayor.
– ¿Y cómo está? ¿Hubo algún avance? – preguntó el otro, tratando de volver a una conversación pacífica.
Seth negó con la cabeza. Su rostro parecía desolado.
– Lleva dos días encerrada leyendo ese diario. Tiene todo lo que necesita, pero apenas come. Y algo me dice que no cree la mitad de lo que está leyendo.
– Hay que ver que dice el diario…
– No tengo idea. Nunca lo leí.
Tom le devolvió una mirada incrédula.
– Ya sé que suena estúpido. Tengo ese diario desde hace… demasiado tiempo. Pero… siempre pensé que tenía que respetar su privacidad. Además, la primera parte está en francés. Y ya sabés cuan malo soy leyendo en francés.
– Es decir que está encerrada en una habitación leyendo un diario probablemente escrito en tres idiomas diferentes a lo largo de… – Tom hizo una pausa, esperando a que su amigo completara la información que desconocía.
– Tres siglos, aproximadamente – dijo el otro, captando la intención.
– ¡Tres siglos! Y no tenés la menor idea de qué dice. Ella probablemente no tenga idea de que vivió tanto tiempo.
– Vivió bastante más que eso. Y no tengo la menor idea de qué pasó en la mayor parte de ese tiempo, salvo cuando estaba conmigo. Jimmy sabe algo más, pero la mayor parte del tiempo es un interrogante para todos.
Tom meditó un momento antes de responder.
– Muchos vampiros sufren de amnesia. No están psicológicamente preparados para tolerar la eternidad por diversos motivos. Creo que las circunstancias en que Michelle nació y vivió por mucho tiempo llevaron a eso. Ahora sabemos cosas que antes no sabíamos, de psicología y todo eso digo, que tal vez puedan ayudar. Pero para lograrlo ella necesita un ambiente medianamente estable. Y que no la presionen.
– Ya lo sé. Lamentablemente, Jimmy va a estar por acá en unos días y dudo poder ocultársela. No sé que va a pasar una vez que él esté acá.
– Tratá de controlarlo. Tu hermano es un muy buen tipo, pero tiende a ser un poco impulsivo. Eso puede traerle muchos problemas por acá.

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