12 mar 2012

Cazadores: Michelle. Parte 2: Michelle.


Michelle despertó en un lugar desconocido. Sabía que no podía haber olvidado de nuevo. No tan rápido. ¿Dónde estaba? Estaba en una habitación pequeña y oscura, recostada sobre una cama a un costado. Estaba dolorida. ¿Cómo…?
Entonces recordó. Un grupo de personas la había acorralado. La habían atacado y ella había intentado defenderse. Pero eran demasiados, y demasiado fuertes. La habían superado. Pero no, no eran personas. Eran vampiros. Un grupo de vampiros que la había atacado de forma deliberada. ¿Por qué la habían tomado como prisionera? ¿Por qué no la habían asesinado? ¿Acaso tenían intención de torturarla, de hacerla sufrir antes de acabarla? Se sentó sobre la cama ahogando un gemido de dolor. Su cabeza comenzó a dar vueltas. Le tomo un momento volver a estabilizarse, no supo cuanto. Para cuando lo logró, un ruido en el exterior la alertó: alguien se había acercado a la puerta y manipulaba un juego de llaves. Un segundo más tarde, una luz la cegó un momento, impidiéndole ver el rostro del hombre que había entrado. Luego, la puerta se cerró. Él seguía allí, junto a la puerta, observándola. Ella se puso de pie, dispuesta a defenderse de ser necesario. Pero él no la atacó. Simplemente se quedó ahí parado, observándola.
De a poco, sus ojos se fueron acostumbrando a la oscuridad. El hombre dejó de ser una sombra junto a la puerta y comenzó a tomar forma. Se dio cuenta de que tenía el cabello muy corto, apenas una pelusa sobre la cabeza, de color oscuro. Sus ojos tenían un brillo extraño en la oscuridad, efecto propio de un vampiro, lo cual no la sorprendió en lo más mínimo. Tenía la piel pálida, pero no era un hijo de la noche. Su aspecto también lo dejaba claro: podía tener cualquier edad entre dieciséis y treinta. Podría haber alegado cualquiera, hubiera sido creíble. Eso era propio de los vampiros de sangre pura, los que habían nacido de aquel modo. Los que podían caminar a la luz del día sin que el sol les hiciera daño. A medida que sus ojos le iban permitiendo distinguir sus facciones, los rasgos distintivos de su rostro, una extraña sensación la fue invadiendo: ya había visto aquel rostro antes. ¿Pero dónde? Su silencio estaba empezando a inquietarla.
– ¿Qué es lo que quieren de mí? – preguntó por último, tratando de mantener su voz firme. Él desvió la mirada hacia un costado como avergonzado. Su voz expresaba decepción y hasta tristeza cuando habló:
– No te acordás para nada de mí. ¿Verdad?
Ella no supo que contestar. Su rostro debió expresar su confusión, porque él volvió a hablar casi al instante.
– Mi… mi nombre es Seth. Nos conocimos… hace mucho tiempo.
Seth. El nombre significaba algo para ella, pero no estaba segura de qué. De todos modos: ¿qué tipo de relación podía tener ella con un vampiro? ¿Y a qué se refería con mucho tiempo? No podía ser más que unos años; pero un vampiro rara vez llamaba a un período tan corto mucho tiempo. ¿A qué se refería? Estar frente a alguien que sabía más sobre ella de lo que ella misma sabía en aquel momento la hacía sentir vulnerable.
– Michelle, yo… no quiero lastimarte. Estoy intentando ayudarte – empezó a decir después de un momento. Ella dejó escapar una risa sarcástica sin darse cuenta. Aquello sí que no le resultaba creíble: ¡un vampiro tratando de ayudar a una cazadora!
– ¿Y por qué querrías ayudarme? – preguntó ella.
Él dudó un momento antes de contestar, como si no encontrara las palabras correctas.
– Porque me importás.
Su voz sonaba sincera. Hubiera deseado poder ver claramente su rostro para ver que era lo que expresaba. Le resultaba increíble que un vampiro tuviera algún interés sincero en ella. Si tan solo pudiera recordar…
– Puedo ayudarte a recordar – le dijo él casi al instante, como si le leyera la mente –. Si me dejás que te ayude.
– ¿Cómo? – preguntó ella con desconfianza.
– Tengo… tu diario. Uno muy viejo. Lo dejaste atrás la última vez que te fuiste. Si me prometés que no vas a atacar a nadie, que vas a estar tranquila, puedo llevarte a otra habitación, a un lugar donde estés cómoda y puedas tomarte todo el tiempo que necesites para leerlo, para meditar al respecto.
Todo aquello parecía una locura. ¿Pero qué más podía hacer? Era prisionera de un vampiro en un lugar que seguramente estaba plagado de ellos y del que no podía escapar. Su única opción era aceptar lo que él le proponía y ver que salía de todo aquello. Tal vez… Le resultaba muy poco probable, pero tal vez él sí supiera quien era.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Me ha encantado el capítulo, si quieres mi opinión un capítulo por semana me sabe a poco, sobre todo de esta historia porque está más intrigante que la anterior debido a que, hasta donde yo he leído, en esta segunda historia los hechos ocurren más lentamente.

Unknown dijo...

hola!
puede que tengas razón, tal vez uno solo a la semana sea poco. el problema es que hay partes de más adelante que no las terminé de escribir y entonces uno solo a la semana me da algo más de tiempo :)
cuando rellene todos los huecos tal vez pueda subir más de uno a la semana.
gracias por leer!!

Anónimo dijo...

Bueno, yo no digo que tengas que escribir más por semana sino esque me encata esta historia(la verdad es que llevaba tiempo esperándola)y que un capítulo me sabe a poco pero por nada más.