5 mar 2012

Cazadores: Michelle. Parte 1.

MICHELLE



Era tarde y lo sabía. No era el horario más apropiado para aparecerse en la casa de nadie, incluso un vampiro. Aún así, no tenía otro lugar donde ir. Había pensado en él, pero todavía no podía enfrentarlo. Necesitaba tiempo. Y, además, él no tenía las respuestas que buscaba. No. Definitivamente, este era el lugar al que ir.
Tocó el timbre y esperó. No necesitó hacerlo una segunda vez. La luz de la habitación justo sobre la puerta parpadeó: allí había alguien despierto. Antes de lo que esperaba, la puerta se abrió, dando paso a la oscuridad más absoluta. Aún así, pudo distinguir una silueta en las sombras. Fue inevitable, entonces, recordar la primera vez que había estado allí.

Cinco años antes…

Los recuerdos se agolpan en mi mente como imágenes confusas y borrosas sin ningún orden lógico. Recuerdo apenas detalles ínfimos. Rostros sin nombre, sonidos sin imágenes a que asociarlos. Solo sé con certeza que mi nombre es Michelle. Recuerdo con claridad el grito de mi madre antes de morir en manos de aquel monstruo cuyo rostro sigue grabado en mi mente. Y sé, aunque no estoy segura de cómo ni por que, que él no era humano. Sé que éramos prisioneras, mi madre y yo, y sé que luego de que aquel monstruo murió fui libre. Pero más allá de eso, no recuerdo nada.
Los recuerdos son imágenes confusas. Las imágenes se pierden. Todo está perdido. O tal vez no. Tal vez siguen aquí, en mi mente, confundidos pero expectantes, buscando el momento correcto para salir a la luz. No lo sé. Lo que si sé es que ya no deseo olvidar. Necesito recordar. Necesito saber quien soy y de donde vengo para saber hacia donde voy. Esto no puede continuar. Es por eso que escribo este diario. Tal vez de este modo los recuerdos no se pierdan nuevamente como tantas veces antes.

Michelle intentó ordenar sus pensamientos antes de seguir escribiendo. Todo era tan confuso… No recordaba. ¿Por qué no podía retener nada en su mente? ¿Qué había pasado con su vida? ¿Por qué había desaparecido? Todo lo que la rodeaba le decía una sola cosa: vampiros. De ellos escapaba; a ellos asesinaba. No podían ser para otra cosa aquellas armas. Un vampiro había asesinado a su madre. Un vampiro que las mantenía prisioneras. Pero entonces ella había escapado. Su captor estaba muerto y ella era libre. Pero… ¿Qué había pasado luego? ¿Cuánto tiempo había pasado? Su imagen en el espejo le decía que no podía tener mucho más de… ¿diecisiete, dieciocho años, tal vez? Las apariencias podían ser tan engañosas a veces. Tal vez fuera menos, tal vez más.
Garabateó esto en el papel que tenía frente a sus ojos, en aquel intento improvisado de diario que esperaba le permitiera recobrar lo que había perdido. Releyó todo sin esperanza. No había caso: no podía recordar nada más. Ni siquiera sabía como había llegado a esa habitación ruinosa en la que vivía, ni de donde había sacado la ropa que tenía puesta. ¿Cómo se suponía que iba a averiguar algo sobre su pasado de ese modo?



SETH

Seth suspiró. Sabía que debía dar la orden. Aún así, una parte suya no quería hacerlo. Había pasado siglos haciendo lo mismo una y otra vez sin ningún avance. ¿No sería la hora de darse por vencido y olvidarlo? Tal vez el universo intentaba darle una señal: tal vez debía dejarla ir. Pero en el fondo sabía que no podía hacerlo. Desde la primera vez que la había visto había sabido que nunca podría olvidarla: sus vidas estarían ligadas por siempre. Así había sido desde entonces. Estaban condenados a encontrarse y separarse nuevamente una y otra vez, como en un juego o un círculo que no tiene final. ¿Cuánto tiempo podría seguir con aquello? ¿Acaso lo haría por toda la eternidad?
– ¿Qué ordena, señor? – le preguntó el hombre con solemnidad. Aquello ya lo tenía cansado también. Su mente divagó un momento más, analizando la situación, juzgando si debía o no dar la orden. Finalmente decidió seguir adelante. Si alguna vez iba a terminar, este no era el momento.
– Procedan – ordenó –. Tráiganme a la cazadora.

No hay comentarios: