28 nov 2011

Cazadores: Zach y Vicky. Parte 20: Vicky.






Oscuridad. Luego de aquel torrente incontrolable que escapaba de su mente solo hubo eso: oscuridad. Supo que se habían separado, que la conexión se había roto; pero antes de eso… Zach había intentado decir algo, hacerle saber algo con respecto a aquella última visión. Algo que no había podido formular con palabras, pero cuya esencia ella había llegado a captar, aunque su mente estaba demasiado confusa como para descifrarlo. Iba a llevarle un momento, tal vez. Si tan solo no la embargara aquella sensación…
Las imágenes se había sucedido una detrás de la otra a tal velocidad que le había sido imposible detenerlas. Y de todos modos… tal vez, en el fondo, deseaba que Zach viera todo aquello. ¿Por qué iba a ocultárselo en un momento como aquel? No estaba segura de que fueran a sobrevivir a aquel momento, y si lo hacían, ella y él estarían ligados para toda la eternidad. Los secretos no tenían sentido. Pero la razón por la cual su mente había elegido exactamente aquellos momentos, eso escapaba a su conocimiento. O al menos, en ese preciso momento era así. Solo sabía que aquella última imagen no solo era para ella más dolorosa que la mayoría de las que se habían sucedido con anterioridad, sino que había provocado en Zach una reacción que, en parte, había cortado la conexión. ¿O era que las fuerzas los habían abandonado a ambos y eran incapaces de sostenerse?
En aquella imagen final, Zach estaba en la cocina de su casa. Y Liz estaba con él. Luego de una conversación casi inexistente se habían besado; y eso era lo que había causado aquella desolación en ella. Sentía que aquel dejo de esperanza que siempre se había negado a abandonarla, de que algún día tal vez ellos pudieran estar juntos, había muerto de golpe con aquel hecho. Y eso había sido lo que lo había hecho reaccionar. No aquella visión sino aquel sentimiento. Zach intentaba decirle que estaba equivocada. ¡Ahora lo comprendía! Y entonces aquel momento durante la gran batalla volvió a su mente. Ese instante en que sus miradas se habían encontrado y él había querido decir algo; y ella solo le había pedido que sobreviviera al final del día.
Bien, tal vez eso no sucediera nunca, después de todo. ¿De que le servía ahora que Zach la hubiera elegido a ella si iban a morir? Allí, uno junto al otro, sin nada que hacer para evitarlo.
Tal vez eso era lo mejor, después de todo. Dejarse morir. Así, al menos, donde sea que fueran estarían juntos… o al menos no tendría que enfrentar la eternidad sola con su recuerdo.
Vicky sonrió, o al menos su mente lo hizo. Mientras las sombras la arrastraban hacia el vacío y el olvido, se concentró en lo único que le importaba entonces: la imagen de Zach; aquel primer y único instante juntos.

21 nov 2011

Cazadores: Zach y Vicky. Parte 19: Zach




 -“Es la primera vez que hago esto, y podría matarme,” dijo Vicky, mientras lo acercaba a la herida de su cuello. Zach quiso reprocharle, obligarla a detenerse. Era demasiado riesgo para algo que ni siquiera sabía si iba a funcionar. Pero ya era tarde. No sabía que era lo que ella le había hecho, pero de pronto, la sangre que brotaba de su cuello pareció excitarlo. La necesitaba.
Se sorprendió al descubrir que el sabor de su sangre era muy diferente a lo que esperaba: era suave y dulce, y a la vez era espesa, como si fuera miel. Y parecía llevarse todo el dolor que sentía hasta ese momento.
De pronto, un torrente de imágenes empezó a desfilar por su mente. Imágenes provenientes de la mente de la chica, pero que ninguno de los dos estaba en condiciones de detener. Imágenes de su infancia, de juegos y alegrías, pero también de miedos y cosas que entonces no llegaba a comprender: clanes y vampiros y una insaciable sed de sangre. Y sin darse cuenta, ya no se trataba de una niña, sino de una adolescente; y su padre había desaparecido, como ya lo había hecho otras tantas veces, sin siquiera despedirse. Y el rencor empezaba a crecer dentro de ella. Un rencor que pronto se convirtió en odio, y que la fue consumiendo. Había solo dos personas que parecían hacer desaparecer ese sentimiento: una, Milena, con su extraña alegría poco propia de los de su especie, y otra Leo, que lo reemplazaba por otro no muy diferente, con sus frecuentes comentarios de desprecio. Y llegado un punto, esos sentimientos se volvieron intolerables. Y la soledad una compañera demasiado frecuente.
Algo en el interior de Zach se estremeció al ver las imágenes que desfilaban frente a sus ojos: Vicky, encerrada en su habitación, sus manos temblando como nunca las había visto, y la sangre brotando de tantos lugares que le costaba creer que ella misma hubiera podido hacerse tanto daño. Y allí estaba, acostada en su cama esperando a que la muerte se decidiera a llevársela, hasta que por obra de algún tipo de curioso milagro su madre apareció en el lugar.
Lo siguiente que vio le resultó increíblemente familiar: Vicky discutía con Leo, cansada de sus insultos y abusos. Y entonces, cuando se iba, la presencia de alguien detrás de ella se hizo patente. Y, cuando el vampiro la había acorralado y mordido, se vio a si mismo aparecer, el cabello revuelto brillando con un tono rojo sangre bajo las luces de la calle. Las siguientes imágenes que se sucedieron le eran todas perfectamente conocidas: la fiesta en que se habían peleado con Leo y sus amigos, y luego una conversación en su habitación, en la que no habían dejado de lanzarse ironías. Vio a su padre apareciendo de la nada nuevamente en su casa, queriendo ocupar nuevamente su lugar, y a ella resistiéndose. Vio la fiesta a la que habían ido juntos, en la que ella lo había mordido por primera vez. Y luego la vez en que ella había intentado detenerlo y se habían besado.
Pero luego de eso, la imagen que se sucedió a continuación lo dejó pasmado: eran él y Liz, la noche anterior, hablando en el comedor de su casa y, luego de abrazarse, besándose. Había una tristeza ligada a ese recuerdo que no tardo en invadirlo. Y con ella la necesidad de decir algo; de explicarse. Y luchó por separarse.
El torrente de imágenes se detuvo. Los brazos de la chica que lo sostenían se aflojaron,  como si la fuerza la hubiera abandonado, y se sintió caer junto a ella.
Necesitaba hablarle, decirle algo, pero todo se había vuelto demasiado confuso. El dolor había desaparecido, sí. Pero, en cambio, no podía sentir absolutamente nada. ¿Podía ser posible? ¿En realidad no había funcionado? ¿Iba a morir en aquel momento, y ella allí con él? Todo se volvió negro. Podía escuchar los gritos de Liz, que volvía junto con el padre de Vicky, pero no había nada más que pudiera hacer. En ese momento, el mundo a su alrededor desapareció para siempre.

14 nov 2011

Cazadores: Zach y Vicky. Parte 18: Vicky.


-“Que sorpresa encontrarte por acá…” murmuró a su espalda una voz fría y totalmente familiar. Aquel odio contenido le produjo un escalofrío. Era la misma voz que había usado aquel día que para ella parecía ser una eternidad atrás, cuando todo había acabado entre ellos, y él la había condenado a muerte.
Vicky se dio media vuelta para encontrarse cara a cara con Leo. Sus ojos brillaban con furia.
 -“Debería decir lo mismo,” le respondió ella, intentando permanecer serena. “Pero ya sospechaba que estabas relacionado con esto…”
 -“Y vos… ¿haciendo alianzas con cazadores? Eso podría considerarse traición.”
 -“También son mi sangre, y todo mi clan está en esto. E incluso tu padre nos autorizó…”
La expresión de Leo se tornó en auténtica sorpresa y tal vez, en el fondo de sus ojos, algo de miedo. Eso le haría perder su inmunidad, y lo sabía.
 -“Mentira,” dijo casi sin convicción. El rostro de Vicky le confirmó la verdad. Él rugió de furia. Y se lanzó sobre ella, sus colmillos extendidos. Ella lo esquivó con rapidez, y lo tomó por el brazo, aprisionándolo. Con un grito llamó la atención de varios de sus compañeros, que asistieron en su ayuda de inmediato. El líder había caído. Las reglas debían cumplirse: Leo debía ser enviado a su padre para ser juzgado. Antes de que pudiera entender que estaba sucediendo, varios vampiros del clan de Vicky lo habían sujetado y reducido. Ya no tenía sentido pelear.
Lentamente, todo a su alrededor se fue calmando. Al ver a su líder y protector vencido, los parias se rindieron. No había sentido en seguir hacia una muerte segura sin nadie que los protegiera.
Vicky suspiró. Su mirada buscó a su alrededor, como queriendo asegurarse de que todos los que importaban estaban bien. Will y Tom se alejaban, ayudando a los heridos; su madre se les unía a poca distancia; Milena estaba muy cerca de Dylan, sosteniéndose un brazo ensangrentado. Una sombra pasó corriendo junto a ella, el cabello dorado revoloteándole a la espalda como un rayo de luz brillante. Y entonces, cuando giró a ver que sucedía, sintió que su mundo se venía abajo. A varios metros de distancia, Liz se había inclinado sobre el cuerpo ensangrentado de Zach.
Vicky sintió como si algo la golpeara, y debió hacer un gran esfuerzo para no caer. De a poco, el mareo pasó, y percibió el lento ir y venir de su pecho. Aún estaba vivo, pero por cuanto, no podía saberlo. Sin saber como, se acercó a él. Liz lloraba, abrazándose a su cuello con desesperación, mientras él intentaba consolarla, diciéndole que todo iba a estar bien. Y entonces su mirada se encontró con la de ella, y algo en su expresión cambió.
 -“Vicky…”
Ella intentó, sin éxito, sonreírle, y se arrodilló junto a él, al otro lado de la otra chica, que ahora lo había soltado y lo observaba con lágrimas en los ojos.
 -“Debe ser grave en serio,” dijo él, observándola, mientras intentaba alzar su mano hacia su rostro. Y entonces Vicky comprendió a que se refería: no lo había notado, pero en algún momento ella también había comenzado a llorar.
 -“Vicky,” se giró Liz hacia ella, como rogando. “Tiene que haber algo que se pueda hacer…”
 -“Tal vez,” respondió, secándose las lágrimas. “Pero eso lo cambiaría… de forma permanente.”
 -“No quiero ser un monstruo,” exclamó él, con un esfuerzo.
Un atisbo de risa escapó de los labios de Vicky, junto con nuevas lágrimas.
 -“Ni agonizando vas a cambiar de opinión sobre nosotros, ¿verdad?” Había una amargura en su voz que lo sorprendió.
 -“Sabés que no me refería a vos,” protestó él. “Pero si me cambian, no voy a ser como vos…”
 -“Si soy yo quien lo hace, no vas a ser un hijo de la noche. Mi sangre no es tan potente para generar el cambio, siquiera. Pero sos un cazador, ya hay suficiente sangre vampírica en tus venas. La combinación debería generar el cambio, y aún así no serías uno de ellos.” Había una cierta inseguridad en su tono de voz, pero ninguno dijo nada al respecto. Él la miró un momento, como meditando, y luego, ante el ruego que se veía en el rostro de ambas, accedió.
 -“Liz, necesito que vayas a buscar a mi papá,” dijo Vicky. “No puedo hacer esto si él no lo autoriza.”
Liz asintió y salió corriendo. Vicky se inclinó aún más sobre Zach, hasta que sus rostros quedaron casi rozándose.
 -“¿Eso es verdad?” preguntó él.
 -“De cierta forma,” respondió ella, rozándole el cuello con la mano, despejándolo. “Pero no hay tiempo para que él me autorice, de todos modos. Solo no quería que ella lo viera.” Y luego de decir esto, hundió sus dientes en el cuello del muchacho como ya lo había hecho otra vez. Esta vez no hubo imágenes que ver. Lo único que percibió fue terror. Si, Zach estaba aterrado, aunque no parecía muy dispuesto a reconocerlo, aún en aquel momento. Casi al instante, se separó de él, y con cuidado, lo sujetó como queriendo sentarlo.
 -“Te tiemblan las manos,” dijo él, mirándola con curiosidad. “¿Por qué? Acabas de morderme…”
 -“No es falta de sangre,” dijo ella mientras se recogía el cabello en la espalda y dejaba completamente a la vista un cuello blanco casi como el mármol. Luego, utilizando el filo de la punta de uno de sus palillos chinos, se hizo un corte en el mismo, dejando que un hilo de sangre le cayera produciéndole un leve cosquilleo. “Estoy un poco nerviosa”, explicó, mientras hacia todo esto. “Es la primera vez que hago esto, y podría matarme.” Y una vez dicho esto, lo obligó a inclinarse sobre la herida antes de que pudiera replicar nada.

7 nov 2011

Cazadores: Zach y Vicky. Parte 17: Zach.




Una vez que los demás entraron y pudo comprobar que Liz estaba a salvo, Zach se relajó. No necesitaba tensión de más, eso lo tenía claro. Ahora debía concentrarse en lo que sucedía junto a él, no más allá.
Claro que, descubrió un momento más tarde, eso era imposible. No muy lejos de donde él estaba ahora, Vicky se enfrentaba nuevamente a un par de vampiros sedientos de sangre y venganza. Su remera azul estaba desgarrada, y la musculosa blanca estaba manchada de sangre ajena. Se sorprendía de su habilidad para moverse sobre aquellos zapatos de taco tan alto como si estuviera descalza. Pero era obvio que sus oponentes la estaban superando y necesitaba ayuda.
El vampiro que estaba frente a él estaba furioso. Su rostro estaba totalmente desfigurado, como si fuera un monstruo que en nada se parecía a un humano. Sus ojos estaban tan rojos que era imposible adivinar su verdadero color y el cabello goteaba sangre.
 -“Muy bien,” le dijo a su oponente, casi hablando consigo mismo más que con el otro. “Veamos que es lo que podés hacer.”
Se abalanzó sobre su oponente con velocidad, sosteniendo su espada con ambas manos hacia su derecha. El choque fue violento. El otro rugió al sentir el filo desgarrarle el brazo izquierdo, y se desvió de su objetivo: el cuello del muchacho. En lugar de este, sus filosos dientes se hundieron en el hombro. Zach dejó escapar un rugido de dolor. Pero no dejó que esto lo detuviera. Mientras el otro se disponía a atacarlo de nuevo, cegado de ira, él tomó su arma lo mejor posible y atacó. La cabeza del vampiro rodó por el suelo hasta perderse en la oscuridad y el caos.
Sin prestarle atención a su herida, Zach se abalanzó rápidamente sobre una muchacha de aspecto angelical que atacaba sin piedad a Vicky. En solo cuestión de segundos, ambos oponentes de la chica habían sido reducidos, y allí estaban, en medio de aquella locura, uno frente al otro.
Por un momento, fue como si todo alrededor desapareciera. Los ojos grises de la chica se encontraron con los suyos un momento.
 -“Gracias,” le susurró, con un dejo de una sonrisa.
Él le sonrió. “Podría ser la última oportunidad que tengas…” Las palabras de Dylan resonaron un instante en su memoria. Había tantas cosas que quería decir, y tan poco tiempo. Entonces ella volvió a mirarlo y le sonrió: una sonrisa tan sincera y llena que lo sorprendió. Era como si ella hubiera entendido lo que estaba cruzando por su mente en aquel momento.
 -“Yo…” murmuró él, sin saber exactamente que decir.
Ella le tapó la boca con la mano suavemente. Su rostro se movió de lado a lado en señal de negación.
 -“No, no digas nada,” le dijo casi en un susurro. “Solo asegurate de estar vivo cuando esto termine.”
Él le sonrió casi con picardía. Sin decir más nada, se giraron, buscando un nuevo oponente para pelear.

No se había alejado dos metros del lugar cuando una sombra lo tomó por la espalda y lo acorraló contra la pared. Al volverse, se encontró cara a cara con Leo, el ex-novio de Vicky. Sus ojos brillaban como dos hogueras ardientes, y tenía la ira pintada en el rostro.
 -“Así que fue por esto que me dejo,” le dijo casi en un siseo, levantándolo con una fuerza inesperada. “Por una rata cazavampiros.”
El dolor lo invadió antes de que pudiera reaccionar, como un fuego atravesándole el estómago. Todo a su alrededor se volvió sombras; y, mientras el furioso vampiro se alejaba en busca de quien sentía que lo había traicionado, se sintió caer.