Vicky volvió a donde todos estaban reunidos. Era un grupo de unas veinte personas, todos de aspecto juvenil, si bien algunos podían haber estado en cualquier edad entre los veinte y los treinta, y otros era claramente adolescentes. Aún así, ella y Milena eran, sin lugar a dudas, las menores. En aquel momento se encontraban en una acalorada discusión que ella bien sabía no llegaría a ningún lado sobre las relaciones con el clan Yager.
-“Tenemos un tratado de paz,” respondió el que parecía ser el líder. “No podemos romperlo hasta no estar seguros…”
-“William, con todo respeto, ese tratado se rompió hace rato. O al menos ellos lo consideran roto,” dijo uno de los que tenían aspecto de adolescente. “Hasta donde yo sé, dos vampiros de su clan desaparecieron y ellos aseguran que fueron asesinados por un miembro de este clan.”
-“¿Y eso es verdad?” preguntó el aludido, observando severamente a todos los demás.
-“Técnicamente,” respondió Vicky, como si hablara para si misma, “si mate a Flavio, pero fue en defensa propia. En cuanto a Marco, él me atacó pero yo no le hice nada. Lo que no quita que sí esta muerto.”
Todas las miradas se fijaron en ella un momento, y un murmullo se alzó a su alrededor.
-“Te advertimos que no era una buena idea que ella fuera parte de este clan,” rugió otro de los presentes a su líder, señalándola. William lo miró sin responder, impasible.
-“¿Cómo fue eso?” le preguntó, entonces. “Creo que me debés, o más bien nos debes una explicación, Victoria.”
Vicky asintió.
-“¿Puedo…? Necesito hacer pasar a Zach. El chico que me trajo,” explicó ella, haciendo un gesto hacia la puerta. “Él… él fue testigo de lo que pasó. Y… él fue el que mató a Marco, o al menos en parte.”
William asintió en silencio. Ella caminó nuevamente hasta la puerta y, abriéndola, le pidió al chico que la acompañara. Él la siguió sin decir nada hasta donde estaba el grupo reunido, y luego se quedó mirando al líder con un gesto de asombro e incredulidad poco propio en él.
-“Zach, el es William Collin,” explicó ella, indicándole al hombre. “Es el líder del clan.”
-“Veo,” murmuró el chico, como un zombie, observando al hombre que lo miraba casi con una risita.
-“Zacarías Miller,” respondió entonces el otro. “Qué agradable sorpresa.”
-“Veo que ya se conocen,” murmuró la chica entonces, con un tono casi aburrido.
-“Si,” murmuró. “Él es mi profesor de historia. Pero… nunca pensé que fuera un…”
-“¿Vampiro?” El hombre rió un momento. “Una de las cualidades de mi familia, que Vicky, mi sobrina, también heredó, es la de pasar muy desapercibidos. Pero… no entiendo cual es tu parte en esta historia.”
Entonces llegó el momento de ambos chicos de reír.
-“Zach,” respondió ella, poniéndose seria, “es un cazador. Él me salvó la noche en que Marco me atacó.”
Su tío los miró con renovado interés.
-“Creo que acá hay una historia interesante de escuchar,” murmuró entonces, haciéndoles un gesto para que comenzaran.
-“Bueno,” empezó ella. “Todo esto empezó hará cosa de un mes, cuando Leo y yo nos peleamos. Creo que todos saben que él y yo salíamos, ¿verdad?” Todos a su alrededor asintieron. “Bueno, a él mucho no le gusto que nos peleáramos, o más bien que yo lo dejara. No voy a entrar en detalles de por que nos peleamos, porque creo que es algo personal, pero creo que es importante que quede bien en claro eso: yo no quería seguir con él; pero lamentablemente, al igual que muchos otros vampiros,” y al decir esto su mirada se paseo no solo por su tío sino por varios otros de los de aspecto más adulto, “tiene una visión un tanto anticuada de las relaciones y los derechos de las mujeres. Y entonces, se puso como loco porque sintió que yo lo estaba insultando. Y se sintió con derecho a mandarme a uno de sus matones, es decir Marco, a amenazarme. Aunque creo que él tenía otras intenciones… Y ahí es donde Zach y su primo, Dylan, entran en escena.”
A continuación, y sin demasiados detalles, entre los dos explicaron como ambos chicos la habían salvado del vampiro, ignorando que ella era también uno, y luego habían ido a la fiesta y habían sido atacados por Leo y su grupo de amigos, derivando en la muerte del otro, llamado Flavio, en manos de Vicky, como medida desesperada para ayudar a Liz.
-“Bien,” sentenció William, una vez hubo finalizado la historia. “Al parecer este asunto ya fue aclarado. Y creo que es Leo Yager el que está en falta. Así que voy a tener que tratar este asunto con diplomacia con su padre. Ahora, creo que es momento de volver a lo que nos incumbe: las fiestas de la muerte.”
-“Insisto en que el clan Yager está relacionado con todo esto,” exclamó una muchacha rubia de mirada profunda que indicaba que su edad no era la que su aspecto mostraba. “Todas son en su territorio. Me niego a creer que no lo saben.”
-“Es probable que alguien en el clan Yager esté relacionado con las fiestas de la muerte,” murmuró Vicky, nuevamente como si hablara para si misma pero atrayendo la atención de todos. “Pero no son quienes las organizan. Y no había ninguno de ellos en la fiesta en la que estuvimos.”
-“Bueno,” exclamó su tío, reprimiendo una sonrisa. “Parece que todavía tenés más historias para contarnos, ¿eh Vicky?”
-“Solamente acompañé a Zach a hacer una pequeña investigación… Nada más.”
-“¿Y qué fue lo que vieron?”
-“Eh… bueno. En primer lugar, creo que lo interesante era la invitación. La cual lamentablemente no tengo. Pero el símbolo que había grabado de uno de los lados me pareció sumamente interesante.” Todas las miradas estaban fijas en ella, aguardando. Con los dedos, describió un trazo en el aire: una especie de lágrima que se repetía una y otra vez sobre si misma, volviéndose cada vez mas pequeña, hasta desaparecer de la vista. Un gesto de asombro se pintó en los rostros de todos los demás al verla.
-“Parias,” exclamó la chica rubia, sacando el pensamiento de la mente de los demás.
-“Y también hijos de la noche,” agregó Vicky, girando la vista primero a Zach y luego hacia su tío.
-“¿Cómo estás tan segura de eso?” preguntó este último.
-“Bueno… en un momento Zach y yo nos separamos, y un grupo de chicas se le acercó. Y, sinceramente, nunca en mi vida conocí a ninguno de nosotros que pudiera hipnotizar a alguien, menos a un cazador. Así que, además, son bastante mayores.”
El murmullo volvió a alzarse a su alrededor. Zach observaba al grupo con un gesto que indicaba que había algo que no había terminado de captar, pero no dijo nada.
-“Hay que hacer algo para pararlos,” exclamó, por último, la chica rubia, dirigiéndose a William. “Antes de que sea demasiado tarde.”
-“No podemos provocar una guerra. No sabemos cuantos son ni donde se esconden. Tenemos que averiguar mas cosas antes de tomar algún tipo de medida.”
-“No sabemos donde se esconden, pero si donde van a estar. Las fechas y lugares de las fiestas se publican en una página de Internet. Solo puede verla quien tiene una clave, pero yo la tengo. Solo con saber donde y cuando va a ser la próxima fiesta de la muerte, tenemos información suficiente para idear un plan.”
William miró a su sobrina con algo de asombro. Vicky sabía por que: con tantos años en el mundo, a la mayoría de ellos se les hacia difícil comprender el funcionamiento de los aparatos que los de su generación manejaban con tanta naturalidad, como celulares y computadores. Y la Internet era algo que jamás iba a llegar a comprender. Que un grupo de parias e hijos de la noche pudiera hacerlo era algo bastante extraño. Más si, como ella aseguraba, eran vampiros de bastante edad.
-“¿Qué proponés?” preguntó él.
-“Bueno,” dijo ella, mirando a Zach. “No somos los únicos preocupados por esta situación. Hace un rato se reunió en esta misma ciudad un concejo de cazadores de vampiros. Creo que deberíamos intentar aliarnos con ellos, al menos por esta vez.” Al decir esto, fijó su mirada en el chico en busca de apoyo. No sabía si iba a funcionar, pero era lo único que se le ocurría para que aquello no se convirtiera en una masacre. Este le devolvió una mirada al principio confusa, pero luego algo en sus ojos cambió, como un brillo de comprensión.
-“Vicky tiene razón,” dijo entonces, dirigiéndose a William. “El concejo se reunió hoy, pero no llegó a nada concreto. Mañana van a reunirse otra vez. Creo que… alguien tendría que ir en representación del clan para intentar llegar a un acuerdo.”
-“¿Y como sabemos que podemos confiar en ellos?” preguntó el que antes había mencionado que Vicky no debía ser parte del clan. “¿Cómo sabemos que no va a ser una trampa y que cuando lleguemos ahí no van a matarnos a todos?”
-“En primer lugar,” contestó la chica, con ojos llameantes, “porque no vas a ser vos el que vaya, te lo garantizo. En segundo lugar, porque confío en ellos.”
William asintió, haciendo un gesto para que el otro guardara silencio.
-“Creo que tienen razón. Zach, necesito que organices eso, una reunión con el concejo. Yo mismo voy a ir personalmente a verlos, acompañado solamente por un par de personas confiables. Necesito que les comuniques eso, que no queremos enfrentarnos a ellos, solamente hablar. Y necesito que la reunión sea cuanto antes.”
Zach asintió, serio. Nadie más dijo nada al respecto, y la reunión se dio por finalizada.
-“Te llevo a tu casa,” le dijo entonces a Vicky, mientras volvían hacia donde estaba la moto. Ella asintió en silencio, seria. Hasta que hubieron llegado a su casa, ninguno de los dos dijo absolutamente nada. Había algo extraño, como una especie de barrera, que se había alzado entre ellos y aún no sabían por que, aunque tenía una ligera sospecha: algo en el rostro de Zach había cambiado luego del llamado de Liz. Tal vez hubiera empezado a caer de una vez por todas en lo que ella misma le había hecho notar hacía apenas unas horas.
Una vez se bajó del vehículo, se miraron un momento sin saber que decir. Entonces, la puerta de la casa se abrió de par en par. La luz proveniente del interior los iluminó un momento antes de quedar tapada por una figura.
-“¡Tom!” exclamó ella, mirando al hombre que salía. “Hubo reunión del clan, ¿por qué no fuiste?”
-“William acaba de llamarme. Quedate tranquila que estoy al tanto.”
Ella asintió. Zach y Tom se miraron un momento, como con desconfianza.
-“Zach, él es Tom. Es… un amigo de la familia.”
-“Si, creo que ya nos conocemos,” respondió Tom, extendiéndole una mano que el chico no tomó.
-“Nos vimos una vez,” respondió antes de girar nuevamente hacia su vehículo. “Chau, Vicky. Nos vemos.”
Vicky hizo un gesto de despedida pero no llegó a decir nada. El chico ya se había ido.
